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José Cardona

Sucedía en la Talavera de 1912

Sucedía en la Talavera de 1912

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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“La antigüedad del tiempo es la juventud del mundo”. Francis Bacon
Hace cien años, nuestra ciudad, a horcajadas aún entre lo decimonónico y un siglo XX elegido, al parecer, para amputarle lo más granado de su patrimonio monumental, disfrutaba ya de su flamante Puente de Hierro sobre el Tajo, realizado por el ingeniero Luis Barber e inaugurado, con gran fausto y esplendor, en 1908. Así las cosas, el año mil novecientos doce, como en todo lugar, en nuestra Talavera de la Reina sucedieron acontecimientos que llenarían aquellos apacibles días de la pequeña, aunque muy Noble y muy Leal, ciudad provinciana. Importantes unos (recogidos por la abnegada y brillante labor investigadora de los historiadores locales), menos importantes otros, aunque todos ellos entrañables desde la distancia que impone el tiempo pasado, en la atalaya de este inquietante 2012 casi recién estrenado, rezumando paro, recortes y, por si esto fuera poco, con la profecía de los mayas sobre el fin del mundo como espada de Damocles.

Aquel mil novecientos doce nacía en nuestra ciudad un niño llamado a ser, con el paso de los días, un ilustre talabricense: Víctor González Gil. Y lo fue porque, años más tarde, en el republicano mil novecientos treinta y cinco, fundaría la Revista Rumbos, publicación que honra nuestra historia en general, y el quehacer literario de esta villa, en particular. Desde ella, se hicieron estética los adolescentes versos de un gran poeta talaverano, Rafael Morales, de la mano de su poema “El ciprés”, y que principiaba así: “La luna tiene tijeras de luz/con que recorta a un ciprés,/que es mancha en el cielo azul,/que es pincelada sin pincel”. Pero también aquella poesía fruto de una poeta grande, ya no adolescente, Miguel Hernández, plasmados en su poema “Pastora de mis besos”, y que principia “Te mueres de casta y de sencilla…/Estoy convicto, amor, estoy confeso/de que, raptor intrépido de un beso,/yo te libé la flor de la mejilla”.

Mil novecientos doce es también el año que se construye, sobre el solar de un antiguo patio de comedias, el Teatro Victoria (el otrora conocido como Cine Mariana), acogiendo en su fachada modernista el recuerdo a inmortales autores de zarzuelas y el homenaje a la artística cerámica de la tierra. Y es un veintiocho de septiembre, también de este mismo año, cuando se doctora, toma la alternativa, un príncipe del toreo en la Plaza de la Real Maestranza de Sevilla: Joselito el Gallo, muerto, como se sabe, en el coso talaverano un dieciséis de mayo de mil novecientos veinte.

Más domésticos, aunque no menos importantes en nuestro recuerdo, fueron una serie de hechos ocurridos aquel año de mil novecientos doce. Por ejemplo, David Pardo Gil (fotógrafo talaverano) abre dos estudios fotográficos en la Calle San Bartolomé, número 8 (la actual Ramón y Cajal), y en la Plaza Juan de Herrera, en su número 3. Y según nos cuenta César Pacheco en “Aproximación a la Historia de la Fotografía en Talavera”, Pardo Gil figura, junto a Ruiz de Luna, entre los grandes profesionales de la fotografía de entonces. También en este año de 1912, por el mes de julio, el hoy beato Saturnino Ortega Montealegre es nombrado párroco de la Iglesia Santa María la Mayor, y poco después, Arcipreste de Talavera. Y por finalizar ya esta columna, pues seguir la enumeración nos haría muy largos (y hasta tediosos, que diría mi amigo Eulalio), en 1912 se funda la Cantina Escolar en Talavera (según Benito Díaz, en “La Segunda República en Talavera: 1931-1936, entre la decepción y la esperanza”) para facilitar la asistencia a la escuela a los hijos de aquellas familias carentes de recursos económicos y reducir de esta manera el alto absentismo escolar que por entonces se registraba.

Como puede deducir, amigo lector, los datos anteriormente expuestos son fruto de una recopilación fruto de mi consulta en diversas fuentes sobre la historia de nuestra ciudad, y que tienen en común el haber sucedido en mil novecientos doce. Mi intención, meramente divulgativa, ha sido tan sólo una invitación a que usted, desde ellos, disponga de algunos elementos para conocer algo mejor la Talavera de hace justamente un siglo.
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