(Foto: Asoctal)
Juan José Romero Moro
Irene González Moreno | Jueves 08 de mayo de 2014
Desde la creación de ASOCTAL “Asociación Talaverana de Ayuda al Drogodependiente”, tuvimos muy claro la necesidad de abordar la problemática de las drogodependencias desde un enfoque más amplio y no solo desde una perspectiva que orientara el problema de un modo individual.
Hablamos de un enfoque más amplio, cuando tenemos en cuenta que en estas circunstancias hay diversos factores que son necesarios abordar si queremos que la intervención sea positiva. Las personas viven en un contexto y entorno determinado, asimismo participan de la interacción con otras personas, situaciones que no se pueden aislar de la problemática y son necesarias también trabajar. La familia es por tanto, un componente a tener en cuenta.
Pero ¿a qué consideramos familia?, es decir, en nuestra sociedad actual el concepto de “familia” ha evolucionado en diversas formas de estructuras familiares que hacen difícil una definición concreta. Es por ello, que desde una perspectiva de intervención, se ha contextualizado en la existencia de una implicación duradera a nivel emocional entre las personas, por lo tanto, la familia podría definirse en base a los lazos afectivos más importantes de cada persona (Center forSubstance Abuse Treatment, 2004). Esta aproximación permite considerar la intervención familiar desde una perspectiva más amplia, siendo de gran interés dentro del ámbito de las conductas adictivas, ya que es bastante frecuente encontrar personas con poco o escaso contacto con los miembros de la familia “tradicional” (propia o de origen, nuclear o extensa), o incluso vínculos familiares perjudiciales para la rehabilitación/integración. Así, contar con otras figuras de apoyo aunque no estén unidas por los clásicos lazos de consanguinidad, filiación, etc., pero que tienen gran importancia en la vida de la persona afectada, también puede jugar un papel muy importante en todo el proceso.
Son numerosos los estudios a lo largo de las últimas décadas que constatan la importancia y los beneficios de incluir a la familia en la intervención con personas drogodependientes, debido a la gran aportación que supone su implicación en la rehabilitación/integración de la persona afectada. Además, dicha importancia no reside únicamente en sus beneficios, también puede repercutir de una forma contraria en la medida en que sus comportamientos, actitudes, ideas, etc., facilitan o dificultan el abordaje de una intervención positiva con la persona afectada.Del mismo modo que la familia puede influir positivamente en la problemática, también puede influir agravándola y perpetuándola.
Un ejemplo de la influencia que ejerce la problemática en la familia y su posición ante la misma, podríamos explicarlo utilizando un concepto conocido como es la “codependencia”. La persona codependiente suele convertir al consumidor en su principal prioridad, viviendo en función suya, usando pautas y reglas de comportamiento ante la misma que no sirven para su rehabilitación, entre las que se encuentran muy a menudo la hiperprotección y la justificación del comportamiento del consumidor. Esta codependencia viene derivada en muchas ocasiones por el temor a consecuencias peores si se abandona al consumidor, por sentirse responsable de lo que ocurre, pequeños cambios en el comportamiento del consumidor, o incluso el desarrollo intermitente de periodos de abstinencia que el codependiente asocia a su propia conducta. Es por ello, que paradójicamente en algunas ocasiones la familia no se adapta adecuadamente a la recuperación de la persona con problemas de adicción.
La posición de la familia respecto a la problemática también es muy importante si mediante el abordaje de la conducta adictiva no queremos únicamente que la persona drogodependiente mantenga su abstinencia y deseamos conseguir un grado razonable de normalización psicosocial. Todo abordaje de una conducta adictiva tiene que tener como consecución dicha normalización, pero su mantenimiento depende de diversos aspectos en los que un cierto déficit en alguno de ellos, puede provocar recaídas y retornos a conductas adictivas.Estos déficits pueden venir asociados a conductas y/o actitudes familiares.
La necesidad de retomar pautas de comportamiento en la vida cotidiana por la persona drogodependiente, puede chocar frontalmente con los miedos y la incertidumbre de la familia: la búsqueda de empleo, la disminución progresiva del control familiar sobre sus ingresos, la iniciación o recuperación de actividades de ocio, la asunción de responsabilidades en la vida cotidiana y la recuperación de roles familiares; son todos aspectos que deben producirse paulatinamente y que no son siempre bien vistos por el entorno familiar.
Estas cuestiones subrayan por qué contar con la familia puede convertirse en una necesidad, no sólo por el papel tan importante de su implicación en la rehabilitación/integración de la persona drogodependiente, sino también por la posibilidad de convertirse en un factor que obstaculice el proceso. Por tanto, se podía decir que trabajar en la intervención con personas drogodependientes no requiere solamente de un enfoque individual, es necesario abordar otros aspectos como la familia, tanto por la influencia de la problemática en su seno, como por su influencia en la conducta adictiva y en el proceso rehabilitad.
Juan José Romero Moro
Trabajador Social ASOCTAL
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