Luis González
Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Ya tenemos a los nuevos alcaldes en sus puestos y, desde aquí, yo quiero hoy felicitarles y desearles a todos ellos que les salga todo muy bien.
Y pedirles, simplemente, que lo hagan lo mejor que puedan y sepan hacerlo. Nadie pone en duda que esa es su intención. Probablemente, muchos de ellos ahora mismo, siguen pensando que son los mejores y que ninguno de sus oponentes, seguramente, lo sabría hacer mejor que ellos. Ojalá sea verdad y se cumpla plenamente esa intuición personal, para no defraudar así la confianza que han depositado sus conciudadanos en las urnas, cuando ellos aún eran candidatos, puesto que eso es lo que les ha llevado a la victoria. Todo dependerá de ellos mismos.
Todavía mantienen hoy muy fresca la euforia de la toma de posesión de su nuevo cargo (o la renovación en algunos casos) y, por supuesto, no están contaminados por ninguna maldad. Su traje permanece impoluto y ojalá lo mantengan limpio a lo largo de toda la legislatura. Yo deseo para todos que las gotas que puedan saltar a su alrededor para salpicarles, en los cuatro años que les esperan, no lleguen a alcanzarles o que tengan la suficiente honradez como para limpiarse la mancha inmediatamente si alguna llega, aunque sea mínimamente, a rozarles sin ellos darse cuenta y, por supuesto, que no se dejen empapar jamás por la suciedad de la corrupción. No parece, desde luego, que vayan a producirse esas lluvias torrenciales de dinero que se han dado en estos años pasados, pero siempre pueden venir algunas tormentas de verano que traen barro del desierto. Por otro lado, yo les pediría que mantengan siempre viva la llama de la ilusión con la que se han presentado y que hoy, con toda seguridad, todavía permanece intacta en su mente. Al mismo tiempo, les pediría que se olviden de rencillas y se dediquen a gobernar sin más ni más. La lucha que han mantenido para alcanzar esa silla de la alcaldía, ya ha quedado atrás y ahora deben utilizar dicha silla para buscar el bien de todos sus conciudadanos. Ese, al fin y al cabo, debe ser el principal objetivo de todo buen alcalde. Y hasta para aquellos que sean un poco interesados, y perdón si no hay ninguno, también podría decirles que no me cabe la menor duda que cuatro años no son nada en la vida de las personas y, pasado ese tiempo, todo el mundo sabe apreciar aquello que se hace bien por ellos.
Y cambiando un poco el tercio, ahora es el tiempo también de examinar con tranquilidad y sosiego, todo lo que les han dejado pendiente sus antecesores en el cargo. No se trata de eliminar todo el rastro de sus antecesores, sino de comprobar si lo que se está haciendo o pendiente de hacer, es beneficioso o perjudicial para el pueblo. Y así, todo aquello que sea favorable para los ciudadanos, seguir adelante con ello, y en todo lo que se compruebe que no está bien ideado o no se entiende bien, pedir explicaciones a los autores para tratar de solucionar los problemas que les puedan causar. Así mismo, eso que tanto se ha dado en llamar “levantar las alfombras”, ahora es el momento de llevarlo a cabo, si es menester, y mirar incluso en todos los rincones, sin prisa pero sin pausa. Y pedir responsabilidades si se observan anomalías, llegando hasta donde se deba llegar, sin que les tiemble el pulso para esclarecer los hechos. Ahora es el momento de conocer la realidad de nuestros ayuntamientos (después tocará de nuestras autonomías y más tarde de toda España), allí donde no se conozca, dada la situación en que nos encontramos. Es preciso pintar totalmente de blanco todas las concejalías de los ayuntamientos para que éstas puedan presentarse relucientes ante sus electores. Ese debe ser el espíritu de los nuevos alcaldes de todos los pueblos, si es que quieren gobernar tal y como lo pedimos los gobernados…
También los ciudadanos debemos imponernos algunos deberes y cooperar con nuestros dirigentes para tratar de ayudarles a cumplir su programa. Existen muchos aspectos que dependen más directamente de los ciudadanos que de los dirigentes. Todos debemos ayudar a mantener limpias nuestras calles, cumplir las ordenanzas municipales, respetar los mobiliarios urbanos, jardines…, y un sinfín de cosas más que pueden coadyuvar a que tengamos una ciudad más acogedora para todos. Al mismo tiempo esa transparencia, ecuanimidad, austeridad en estos tiempos que vivimos… y todo el resto de promesas que nos han repetido por activa y por pasiva los dirigentes en la campaña electoral, debemos tener la suficiente valentía para, llegado el momento, ir a exigírsela cuando veamos que no la cumplen. Los buzones de quejas, sugerencias, asociaciones de vecinos, manifestaciones si llega el caso,…son instrumentos en manos de los ciudadanos que podemos usar para manifestar nuestro parecer sobre la actuación de nuestros dirigentes, tanto para lo bueno como para lo malo.
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