OPINIÓN

El porqué

La orilla derecha

Me estoy preguntando qué me lleva semana tras semana a escribir estas líneas, a plasmar mi opinión sobre lo humano y lo divino en este periódico.

Rafael de la Cruz | Viernes 18 de marzo de 2016
Las opiniones son como las posaderas, cada cual tiene la suya, pero no todos tienen interés o ganas en compartir la suya con los demás publicamente. En el fondo, todos los que de una u otra forma buscamos dar a conocer lo que pensamos y escribimos, lo hacemos movidos por un componente exhibicionista, por un afán mayor o menor de notoriedad o incluso en algunos casos por una cierta sensación de superioridad sobre los que guardan para sí y su circulo cercano su visión de las cosas.
En los tiempos actuales se ha popularizado y generalizado lo que antes estaba en manos de unos pocos. Las redes sociales permiten que, desde la comodidad de sus domicilios, todo el que lo quiera publique en el tablón de anuncios infinito que es internet, la primera ocurrencia o comentario que le venga a la mente sobre cualquier tema, con independencia de su nivel de conocimiento sobre él.
Esta universalización y democratización de los canales de opinión lo que ha provocado ha sido que los medios tradicionales:prensa, radio o televisión aparezcan como mas exclusivos y elitistas aún de lo que parecian antes del dominio de internet. Tanto es así, que ya en la generación nacida en este milenio ha desaparecido el interés por esos medios clásicos, no sólo como fuente de información sino también como forma de ocio y entretenimiento.
Por eso, todas las antiguallas que aún confiamos en que nuestras ideas, plasmadas en tinta y papel o lanzadas al aire a través de la radio puedan interesar a alguien, lo que realmente deberíamos hacer es transformarnos en "youtubers" para poder garantizarnos así realmente que puedan alcanzar su objetivo que no es otro que comunicar.
Guntemberg cambió la historia de la humanidad con la imprenta. Lo mismo se puede decir de inventos como la radio o la televisión, pero todos ellos tenían una característica que les limitaba: eran unidireccionales. El receptor de la información es un elemento pasivo que carece de la posiblidad de interactuar con el emisor. Ahora ese sistema ya no es válido, la bireccionalidad, la apertura total, se ha convertido en una necesidad para la supervivencia de los medios. Todos los que en ellos participamos debemos aplicarnos el cuento: renovarse o morir.