OPINIÓN

La noche de los cristales rotos

La orilla derecha

Aquella noche de noviembre de 1938, la veredadera cara del Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes salió a relucir.

Rafael de la Cruz | Miércoles 15 de junio de 2016

Aquella noche de noviembre de 1938, la verdadera cara del Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes salió a relucir. Casi un centenar de judios fueron asesinados y los ataques de la población hebrea se multiplicaron por toda la Alemania que había dado sus votos al partido de Adolf Hitler, harta de crisis económica y marginación internacional.
El partido nazi no se separaba ni un ápice de las pautas que seguían los movimientos totalitarios, fuesen de un extremo u otro del espectro político. Para ellos la ideología es lo que menos importa, se consideran transversales y defienden una serie de "ideas básicas" para acceder al poder, que se podrán olvidar alcanzado este. Lo que importa son los hechos y las acciones.


Para el totalitarismo el Estado o el "Pueblo" prevalece sobre el individuo, de tal manera que poco importan los intereses individuales, que deben someterse acriticamente a lo que el Líder considera beneficioso para la colectividad, estando penada la disidencia con la persecución o incluso el exterminio.


A todo lo anterior hay que sumar un fuerte elitismo, ya que los cercanos al Lider, son superiores al resto, ellos son los mejores de los mejores y por tanto deben ser los responsables de gobernar.


El Lider es un hombre superior, tanto que a veces el pueblo no entiende sus verdaderos mensajes,salvo la elíte que le rodea, rodeada a su vez de una iconografía concreta destinada a reforzar el carácter sobresaliente del Lider sobre el resto del pueblo.


Tienden también a manipular la historia, fomentandose el revisionismo histórico y el revanchismo, creandose una pseudohistoria para legitimar sus planteamientos. Los totalitarios fomentan el fanatismo con una serie de verdades absolutas e incluso pretenden borrar de la realidad los "momentos decadentes" según sus "brillantes ideólogos".


Este culto al Lider, este monolitismo mental, esta persecución del disidente ha provocado al llevarse a la práctica multitud de crimenes contra la humanidad y aún los sigue provocando. El totalitarismo sigue vivo, muy vivo en los confusos tiempos en los que vivimos. Todos y cada uno de nosotros debemos estar alerta e intentar cuando llegue el momento de votar, descubrir quién, tras un disfraz mas o menos atractivo, reúne alguna o varias de las características que he mencionado. Hacerlo tarde puede ser ya inútil.


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