OPINIÓN

Javier

Manuel del Rosal

Irene González Moreno | Miércoles 23 de abril de 2014
“El hombre es la criatura que Dios hizo al final de una semana de trabajo, cuando ya estaba cansado”. Mark Twain, escritor norteamericano



Dice una leyenda que Eva mordió la manzana diez minutos antes que Adán, desde entonces la mujer nos lleva esa ventaja. Ustedes dirán que qué son diez minutos; permítanme recordarles que un oro olímpico se gana por la diferencia de una décima de segundo. Lo peor no es eso, lo peor es que esa ventaja aumenta año tras año. Como esto siga así los varones vamos a quedar en nada frente a las mujeres.

Los anuncios de la empresas, no nos equivoquemos, van dirigidos a donde hay mercado. Un anuncio de una primerísima entidad bancaria acaba de aparecer, dice asÍ: “Javier. Empresario y padre de un niño con ojos negros”. “Quiero no pagar comisiones por mi negocio y tener más tiempo para mi y para él”. ¡¡Un monstruo!! Este hombre es un monstruo, una nueva especie fruto de la evolución, un paso más hacia una sociedad matriarcal, si Dios no lo remedia. Friedrich Nietzsche decía que la especie humana sólo se salvaría con la llegada del hombre nuevo, del superhombre. Parece ser que ese nuevo hombre ya está entre nosotros. Este nuevo hombre recibirá el nombre de “homo polivalentis” ya que podrá hacerse cargo del trabajo, del negocio, del hogar y de los niños. El tópico de que sólo la mujer es capaz de hacer dos cosas a la vez será arrasado por este nuevo varón capaz de realizar múltiples tareas al unísono. Y hablando de la mujer yo me pregunto que función queda para ella y donde se encuentra esa nueva mujer nacida de la evolución del varón. ¿La encontraremos en el hogar? No, allí está Javier. ¿En el trabajo? No, trabaja Javier. ¿En el hogar? No, eso es asunto de Javier. ¿Atendiendo a su hijo? No, eso es cosa de Javier. El nuevo hombre preconizado por Nietzsche ha llegado, aunque yo dudo mucho que se trate de un superhombre y apuesto más por que se trate de lo que Esther Vilar reflejó en su libro, “El varón domado” – por cierto, libro que ha desaparecido de la circulación, por algo será - ¡Ah! me acaban de comunicar donde se encuentra la mujer de Javier. Está en la cafetería tomando el café de media mañana en unión de sus amigas, a su vez mujeres de otros Javier que, multiplicándose exponencialmente y con tantas manos como la diosa Shivá, trabajan, llevan el negocio, hacen las labores del hogar y cuidan amorosamente a sus hijos mientras sus esposas discuten sobre la moda del verano, el bronceado del cuerpo y la verruga que ¡maldita sea! les ha salido en semejante sitio ahora que quieren lucir sus cuerpos enfundados en escuetos bikinis.

Dios hizo al hombre cuando no debía, pues estaba cansado, y no hay más que ver como salió. Hay que recordar que Dios hizo sólo al hombre, a la mujer la hizo a petición de Adán aduciendo este que se aburría estando sólo – ya se sabe, uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras y que hay algunos que deberían callar siempre porque cuando hablan sube el pan -, pero Adán no calló. Dios, al que nunca le gustó como le salió el hombre – esto lo explica muy bien el Popol Vuh que es como la Biblia para los mayas - se dijo “Estás aburrido, vale. Pues ahí tienes algo con lo que no te vas a aburrir mientras vivas”
Javier, no sé si felicitarte o reprenderte; lo cierto es que te has pasado un poco bastante. Con muchos como tú los varones vamos a perder hasta la testosterona ¡Recapacita hombre, recapacita!


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