Intentar romper la armonía económica territorial a cuenta de las cesiones a Cataluña y el País Vasco no hará más que sembrar recelos y mayores diferencias entre los habitantes de este país.
Si ya consideramos que España es diferente dependiendo de dónde nazcamos o dónde vivamos, ahora se acrecentarán más las distancias cuando un madrileño mire a un catalán o cuando un castellano-manchego mire a un vasco, por ejemplo.
Causas comunes como la sanidad, la educación o los servicios sociales deberían ser intocables para poder garantizar que cada español, se llame como se llame, lo tiene asegurado. Pero si se permite que algunos, por intereses políticos, se queden con más tarta que los demás, la baraja se rompe.
Y esto no va de colores, partidos o ideologías. Cuando un niño nace en España no es de izquierdas o derechas. Necesita que su país lo cuide. Se trata de que los políticos, que deciden sobre nuestro futuro, nos defiendan con equidad y justicia.
Emiliano García-Page ha sido claro en ese sentido y ha antepuesto, una vez más, a esta región nuestra por encima de todo lo demás. Los empresarios, con FEDETO como estandarte, se han alineado con ese postulado. Lo común es común. Si no es así, las grietas de un país comienzan a aparecer. Aunque tengo que decir que confío, de nuevo, en las palabras del canciller alemán Otto Von Bismarck cuando aseguró que “España es la nación más fuerte del mundo porque siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido”. Eso sí, parece que no nos faltan ganas.
De todas formas, si a esta ensalada le añadimos lo que está por venir, peor es el augurio. El escritor y periodista David Trueba escribía en 2023 acerca de los jóvenes analizando que se les ha sumido en un experimento social promoviendo la apariencia en lugar de la valía, premiando el individualismo en vez del interés común.
Esta circunstancia se refleja en la política de hoy en día. Si fomentamos las diferencias en lugar de favorecer el comportamiento ‘normal’, el futuro está perdido.
Menos mal que surgen datos que nos otorgan un aliento de optimismo: las preinscripciones en la UCLM han crecido con respecto al año pasado en más de 2.000 estudiantes y, en carreras como Medicina, somos la segunda universidad pública con más empleabilidad. Nuestros futuros médicos están entre los más elegidos de toda España. No abandonemos la esperanza, todo llega.