OPINIÓN

Moreno dispara, el PP aplaude callado

Carta del director

Escrita por el director de La Voz del Tajo, Alberto Retana

Alberto Retana | Sábado 06 de septiembre de 2025

La política regional ha alcanzado esta semana un nivel de indecencia difícil de superar. David Moreno, portavoz de VOX en las Cortes de Castilla-La Mancha, se permitió lanzar una acusación que no solo es temeraria, sino profundamente irresponsable y veremos si delictiva: señaló al presidente regional como “responsable” de las violaciones que puedan cometer —o no— los migrantes que lleguen a la comunidad. Así, con la frivolidad de quien convierte el dolor ajeno en munición, Moreno decidió poner en la picota a todo un colectivo y, de paso, ensuciar la institución que debería representar con seriedad.

El populismo de ultraderecha vive de eso: del miedo, de señalar, de convertir al diferente en amenaza. Pero lo que resulta aún más grave es el silencio de quienes deberían plantar cara a semejante barbaridad. Porque mientras VOX grita, el Partido Popular calla. No hay un solo gesto de desmarque, ninguna palabra firme, ningún “hasta aquí”. Callar es consentir, y el PP en Castilla-La Mancha se ha instalado en esa cómoda cobardía de mirar para otro lado, temiendo perder un puñado de votos.

Hay un límite que la política nunca debería cruzar: el de culpar a un colectivo entero de los delitos de unos pocos, inventados o por venir, como si la condición de migrante llevara consigo una condena genética al crimen. Pero David Moreno, en las Cortes regionales, no conoce esos límites. Con su frase no solo ha deshumanizado, también ha sembrado miedo y odio como quien reparte panfletos en la plaza.

Moreno ha perdido el respeto, ha perdido el respeto a las Cortes, al presidente de Castilla-La Mancha, a la democracia y, en definitiva, se lo ha perdido a sí mismo. ¿Y ahora pedirá que se le respete? Desde 1978 España se ha basado en el respeto para salir adelante, con diferencias de pensamiento pero siempre respetándose. Así lo han hecho PSOE y PP desde hace casi 50 años con un fin común, la convivencia, y eso es lo quiere romper este personaje y su partido. A la política se viene a fomentar que la gente viva mejor no a que la gente se odie.

Moreno lee poco, seguro que ni sabe quién es José Antonio Marina, ese profesor que les decía a sus alumnos que no todas las opiniones son respetables. La de este pirómano social que maneja VOX como un pequeño preboste no es sino, como dice el respetado filósofo, una excrecencia del corazón y eso no se puede permitir.

David Moreno no merece respeto porque ha demostrado ser el exponente máximo del odio, el racismo y la xenofobia. Cuando a usted, querido lector, le preguntan si es racista dice que no, ¿verdad? “Yo no soy racista”, pues aquí tiene el ejemplo claro de quien sí lo es. Ahora sitúense donde consideren.

El discurso no es inocente. No busca justicia, ni soluciones, ni siquiera debate. Busca que se hable de él, que se ponga a la población frente al espejo del pánico y, sobre todo, que los votantes crean que la inseguridad viene en patera o en autobús, nunca en las cloacas de la desigualdad, que le importan muy poco, o en el festín de ego que se está pegando en Talavera como “alcalde in pectore” dejando en ridículo a quien teóricamente debería llevar el bastón. Moreno no discute, dispara. Y al disparar, normaliza la violencia de palabra, la antesala de la violencia de hecho.

Lo grave, sin embargo, no es solo la frase del diputado ultra. Lo insoportable es el silencio cómplice del Partido Popular, atrincherado en su prudencia calculada. En el PP callan porque saben que las palabras de Moreno hacen el trabajo sucio: erosionar la convivencia, ensuciar la agenda política o poner al adversario en la incómoda tesitura de tener que defender lo obvio. Callan porque piensan en votos, no en personas. Y esa cobardía pesa más que cualquier insulto. Así lo hace José Julián Gregorio, el que debería mandar en la Ciudad de la Cerámica y se ha convertido en perrito fiel de su socio ultra.

El PP tiene que desmarcarse y reaccionar frente a estas posiciones de VOX, que quiere trazar un camino de odio, fractura y violencia. Si no lo hace, posibilitará que se pongan en peligro esos 50 años de respeto que han formado nuestra sociedad actual, una sociedad a la que algunos como Moreno no respetan y quieren hacer retroceder a tiempos anteriores a nuestra democracia.

Hay quien dice que los parlamentos son templos de la palabra. En Castilla-La Mancha, esta semana, se parecieron más a una taberna donde el griterío xenófobo marcó el compás y la derecha de siempre se quedó en la esquina, mirando al suelo, esperando que el barro no les salpique. Pero ya les salpicó. Y la historia no se olvidará de qué lado estaban cuando se necesitaba claridad moral.

Lo cierto es que lo ocurrido en las Cortes no es un episodio aislado: es un síntoma. Un síntoma de que hay partidos que viven de incendiar y otros que, por miedo a perder la foto, dejan que el fuego se propague. Y mientras tanto, los problemas reales de Castilla-La Mancha les siguen esperando: la sanidad, la educación, la despoblación, la falta de oportunidades les preocupan poco. Pero claro, eso exige trabajo y responsabilidad y a eso no están acostumbrados. Prefieren instalarse en el rencor, el insulto y el combate barriobajero. Por eso les resulta mucho más fácil soltar un exabrupto o guardar silencio. Es su forma de ser. Tal para cual.

La pregunta, al final, es sencilla: ¿quién puede defender la dignidad de esta tierra cuando unos la manchan con discursos de odio y otros callan como si no fuera con ellos?

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