Durante la semana pasada, los servicios de limpieza de la Concejalía de Medio Ambiente se centraron en la limpieza de chicles en algunas de las calles más afectadas de la ciudad, como son San Francisco, Delgadillo, Ramón y Cajal o Prado. El mal hábito de tirar las gomas de mascar al suelo es mucho más costoso de lo que podríamos imaginarnos, además de suponer una conducta muy poco cívica.
El concejal del área, Florencio Gutiérrez, recordó que mientras que un chicle cuesta solo 5 céntimos de euros, limpiar un metro cuadrado supone un desembolso de entre 1,5 y 2 euros por metro cuadrado. De esta forma, “el chicle nos termina saliendo a un euro de media”, lamentó el edil. Para esta labores es necesario el trabajo coordinado de tres operarios sobre el asfalto, sirviéndose de medios como el vapor, las espatulas o líquidos especiales para este fin. Además de lo laborioso de esta tarea, Gutiérrez señaló que “el asfalto nunca se queda del todo bien y la presión del vapor castiga demasiado al terrazo”; por este motivo, esta limpieza no se hace de forma más periódica.
La limpieza de chicles de la vía viene haciéndose forma anual, estudiando previamente cuales son las zonas más castigadas. La siguiente vía en recibir este tratamiento de limpieza será Gregorio Ruiz.
PINTADAS. No se olvió el concejal de las pintadas que se hacen en muros, fachadas y otras estructuras de viviendas, recordando que “mientras que un bote de spray cuesta 3 euros limpiarlo nos supone un gasto 60 veces mayor”. Por ellos, los servicios de limpieza priorizan a la hora de limpiar en los edificios públicos o singulares.
BOTELLÓN. La zona de Villa Justina o el Punto de Encuentro del ferial, además de otras zonas improvisadas a menor escala siguen siendo los lugares escogidos para la práctica del botellón. El mal hábito de no recoger los restos y romper vidrios supone invertir hasta 700 euros para limpiarlo.
La próxima limpieza exhaustiva por barrios comenzará después del verano.