Manuel del Rosal
La pobreza se viste de niño
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
‘Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad’ Karl A. Menninger
El último informe de UNICEF nos avisa de lo que está sucediendo con los niños en España: uno de cada cuatro niños está amenazado por la pobreza y depende de las ayudas sociales de los ayuntamientos. A la misma conclusión llega el informe FOESSA (Vinculada a Cáritas) Dice que dos millones de niños viven por debajo del umbral de pobreza; ese mismo informe sitúa a España entre los países con más pobreza infantil sólo superada por Rumania, Bulgaria y Letonia. A pesar de todo esto la atención que reciben nuestros niños es mínima; una muestra más del grado de insensibilidad al que ha llegado esta sociedad. Nuestros niños carecen de la atención de nuestra sociedad, de nuestros medios de comunicación; por supuesto, de los políticos; no hablemos de los intelectuales y columnistas de prestigio enfangados en servir al señor que les paga. Nuestros niños son pobres, algunos muy pobres con carencias alimenticias y familiares que incidirán en su futuro desarrollo y, sin embargo, este gobierno socialista, cuyo presidente presume de medidas sociales ni los mienta en ninguna de sus manifestaciones; tampoco la oposición. ¿A que puede deberse esto? Se pregunta uno. Puede ser debido a que en el orden de preocupaciones de esta sociedad no aparece para nada la preocupación por nuestros niños; sin embargo, no debemos olvidar, que el futuro de un país está en sus niños, en todos sus niños. En estas elecciones a ningún político, ni a ningún medio de comunicación he oído hablar de las carencias a las que la crisis ha llevado a millones de nuestros niños. Igual los intelectuales y, por desgracia, igual esta sociedad que está ciega con la peor ceguera, esa que no quiere ver. Es una vergüenza para esta sociedad llamada de progreso que uno de cada cuatro de sus niños esté por debajo del nivel de pobreza. La solución empieza por proporcionar a sus padres un trabajo digno que les permita vivir dignamente, pero estamos como estamos – 5.000.000 de parados - y otros tantos millones de puestos de trabajo precarios y con sueldos míseros. Nos rasgamos las vestiduras cuando oímos las noticias y vemos las imágenes de esos niños que trabajan en condiciones inadmisibles, que carecen de un sustento adecuado, que pasan hambre, que no tienen donde dormir, que mueren por enfermedades fácilmente curables; esos niños comidos por las moscas mientras succionan el pecho vacío y seco de su madre y, sin embargo; permanecemos mudos, quietos, insensibles, ajenos a los millones de niños que aquí en nuestra propia casa viven en la miseria. Este gobierno, generoso con los de fuera, es incapaz de evitar que millones de nuestros niños en España carezcan de lo más elemental para su desarrollo físico y mental, y esta sociedad “de progreso”, tan sensible a la llamada solidaridad, carece de ella cuando de sus propios hijos se trata. Eso sí, vivimos en una sociedad de progreso. Mientras un solo niño carezca de lo esencial para vivir, ¡por favor¡, no me hablen de progreso, no me hablen de solidaridad, no me hablen de políticas sociales. Cierren sus bocas los hipócritas.