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‘CORAZÓN CASTELLANOMANCHEGO’

Irene Sánchez-Escribano Figueroa: la zancada toledana que llegó hasta París

Irene Sánchez-Escribano Figueroa: la zancada toledana que llegó hasta París
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Desde los pinares de La Floresta hasta una final olímpica, la atleta ha demostrado que los sueños también se entrenan

jueves 13 de noviembre de 2025, 09:00h

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Toledo tiene un latido propio: el de sus calles empedradas, el de sus colinas al amanecer… y también el de una atleta que aprendió a soñar corriendo entre ellas. Irene Sánchez-Escribano Figueroa es una de esas personas que nacen con la determinación en la mirada, una deportista que ha llevado el nombre de su tierra hasta las grandes citas del atletismo mundial y que ha sido reconocida, hasta en cuatro ocasiones, en los Premios al Mérito Deportivo que concede el Gobierno de Castilla-La Mancha, un gobierno que apoya activamente el deporte en general y el atletismo en particular.

Nacida en Toledo en 1992, Irene creció entre las cuestas de la ciudad imperial y los recreos del colegio Ciudad de Nara, donde ya despuntaba corriendo en cualquier carrera improvisada con sus compañeros y compañeras. Con solo nueve años se unió al Club de Atletismo San Ildefonso, una cantera histórica del deporte toledano. Allí comenzó a forjar su carácter, combinando las clases con los entrenamientos semanales y esas largas sesiones en la zona de La Floresta, en Olías del Rey.

En 2010, con 18 años recién cumplidos, Irene dio el salto a Madrid para estudiar Medicina y entrenar en el Centro de Alto Rendimiento, bajo la tutela del prestigioso técnico Antonio Serrano. Allí coincidió con atletas de talla internacional, como la soriana Marta Pérez. Sin embargo, su corazón seguía latiendo en Toledo: cada regreso era un reencuentro con las raíces, con su familia y con ese paisaje que la había enseñado a resistir.

Aunque brilló en categorías inferiores tanto en pista como en campo a través, su gran hallazgo llegó en 2014, cuando descubrió su prueba fetiche: los 3.000 metros obstáculos. Un año después, en 2015, se proclamó campeona de España, título que revalidó hasta en cinco ocasiones (2017, 2018, 2019, 2020 y 2021).

Durante los inviernos, el barro y la dureza del campo a través también la vieron triunfar, logrando dos títulos nacionales (2020 y 2021).

Su carrera con la selección española comenzó en el Europeo de Ámsterdam 2016, y desde entonces su camiseta roja ha viajado por campeonatos del mundo y de Europa. En 2019, en el Mundial de Aarhus, firmó una meritoria 25ª posición, demostrando que la perseverancia también se entrena.

Pero no todo fueron éxitos. En julio de 2021, cuando se preparaba para cumplir el sueño de cualquier atleta —los Juegos Olímpicos de Tokio—, una fractura en el metatarsiano del pie izquierdo frenó en seco su progresión. Aquella lesión la obligó a parar justo cuando el calendario marcaba su cita más esperada. Sin embargo, fiel a su espíritu toledano, Irene volvió. Cuatro meses después reapareció en el Cross de la Espada Toledana, arropada por su gente.

Su regreso culminó con una historia digna de película: en los Juegos Olímpicos de París 2024, Irene no solo participó, sino que alcanzó la final de los 3.000 metros obstáculos, batiendo su marca personal por más de diez segundos y terminando undécima del mundo.

En Toledo, cientos de vecinos y vecinas siguieron su carrera desde una gran pantalla instalada en el patio del Ayuntamiento, vibrando con cada zancada de “la chica del San Ildefonso” que había llegado hasta la élite mundial.

Hoy, a sus 33 años, Irene afronta una nueva etapa. En agosto de 2025 se convirtió en madre, un paréntesis feliz en su carrera deportiva.

Porque más allá de los podios y las marcas, Irene Sánchez-Escribano Figueroa representa lo que significa tener corazón castellanomanchego: la fuerza de quien nunca olvida de dónde viene y que no entiende de rendirse.

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