El Capítulo de Caballeros Penitentes de Cristo Redentor vivió el pasado Viernes de Dolores una jornada inolvidable que quedará marcada en la historia de la cofradía.
En una solemne ceremonia celebrada en la Iglesia del Monasterio de Santo Domingo el Real, presidida por el Arzobispo de Toledo, Monseñor Francisco Cerro Chaves, se impusieron los hábitos a cuatro nuevos hermanos caballeros y se rindió un emotivo homenaje a José Luis Martín Fernández-Marcote, consiliario de la corporación, por sus 30 años de dedicación a la vida espiritual de la hermandad.
La ceremonia, que estuvo marcada por el recogimiento y la solemnidad propias de estos actos espirituales, reunió a un gran número de fieles, miembros del Capítulo Mayor, familiares y devotos, que no quisieron faltar a esta cita tan significativa. Las Madres Dominicas, como es tradición, acompañaron el acto, ofreciendo un ambiente de oración y mística que sumó a la profundidad del momento.
Uno de los momentos más emocionantes de la jornada fue el homenaje a José Luis Martín Fernández-Marcote, quien recibió una placa conmemorativa de manos del Arzobispo como reconocimiento a su entrega incondicional. El consiliario, visiblemente emocionado, fue recibido con una ovación sincera y prolongada por todos los presentes. En su discurso, Monseñor Cerro destacó la importancia del trabajo de Martín Fernández-Marcote, tanto en su labor dentro del Capítulo como en su compromiso con Cáritas Diocesana de Toledo, subrayando su labor caritativa en la Diócesis.
El Hermano Mayor, Manuel Gómez-Manzanilla, afirmó durante la ceremonia que "José Luis es una brújula espiritual en tiempos de luces y sombras", agradeciendo su sabiduría y guía en estos 30 años de servicio.
Además, la ceremonia fue testigo de la Imposición de Hábitos a cuatro nuevos hermanos caballeros, quienes se comprometieron a vivir según los principios cristianos de oración y servicio. El acto, cargado de simbolismo, reforzó la identidad espiritual de la cofradía, cuya misión, según Monseñor Cerro, es "servir, socorrer y amar al prójimo como Cristo nos ha amado". El Arzobispo instó a las cofradías a redoblar su implicación en las necesidades sociales del momento, especialmente en este Año Santo Jubilar.
La ceremonia concluyó con la bendición final impartida por el Arzobispo y el canto del Miserere, que resonó en todo el templo como un acto de unidad y fe compartida. Bajo la mirada del Cristo Redentor, los miembros del Capítulo renovaron su compromiso de vivir con fidelidad al Evangelio, dejando claro que la espiritualidad y la caridad son los pilares que sustentan su labor.
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