Este jueves, el cónclave ha elegido al cardenal Robert Prevost como el nuevo Pontífice, quien ha adoptado el nombre de León XIV. Aunque nacido en Estados Unidos, Prevost es ciudadano peruano, país en el que ha desarrollado gran parte de su labor pastoral y por el que siente un profundo arraigo.
León XIV, nombrado obispo de Sufar por el Papa Francisco en 2014, ha vivido durante muchos años en Perú, pero su historia también está unida a España, y más concretamente a la ciudad de Talavera de la Reina y a la cercana localidad de Oropesa.
Su paso por Talavera dejó una huella imborrable. Fue en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud de 2011, celebrada en Madrid, cuando Robert Prevost visitó el Colegio Sagrados Corazones de las Madres Agustinas en Talavera, en calidad de prior de la Orden de San Agustín. Desde que se anunció su elección como Papa, muchas personas de la ciudad han comenzado a compartir recuerdos y fotografías de aquellos días en redes sociales y grupos de WhatsApp.
Pero su vínculo con la región va aún más atrás. En 2002, siendo aún prior general de los agustinos con sede en Chicago, Prevost participó en un congreso en Oropesa, dedicado a la canonización de San Alonso de Orozco. La jornada, celebrada el 21 de septiembre, concluyó con una misa oficiada por el entonces arzobispo de Toledo, Francisco Álvarez, en la que también intervino el religioso norteamericano, mucho más joven y todavía en una etapa temprana de su ascenso eclesiástico.
Hoy, más de dos décadas después, aquel sacerdote comprometido y cercano se convierte en el sucesor de San Pedro, bajo el nombre de León XIV. Su pontificado comienza rodeado de una historia tejida entre tres continentes, con raíces profundas en América Latina, Europa y su país natal. Su elección ha despertado emoción y orgullo tanto en Perú como en aquellas tierras castellanas que lo recuerdan con cariño.
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