Nos creemos muy modernos, pero seguimos haciendo lo de siempre. Hay gente famosa que escribe en sus redes sociales sobre piedras minerales, para protegerse de los “haters” o atraer a más “followers”.
La magia está inscrita en el curso de la historia, y también en la “timeline” de algunos influencers. ¿Cuántas batallas se habrán perdido por culpa del horóscopo? ¿Cuántas desdichas no habremos sufrido por nuestra carta astral?
El mes de octubre es el mes de las brujas, aunque ya no se llama magia. Ahora se llama energía. El caso es que seguimos buscando fórmulas que procuren atraer lo bueno, o, alejarnos de lo malo. Todo esto lo queremos rápido, inmediato y sin mucho esfuerzo personal.
Se nos pasan los siglos a merced de las adivinaciones, igual de vulnerables ante la tirada del tarot que nuestros antepasados. Donde no llega la sanidad pública, ponemos santo remedio, y si en nuestra casa surgen problemas, echamos mano de Feng shui. El caso es intervenir, hacer algo, buscar escudos frente a los males que nos acechan.
No nos gusta sufrir, ni arruinarnos. En el fondo, hay profundos miedos sociales y vitales, que no podemos gestionar. Queremos la bola mágica que proporcione certeza a nuestra incertidumbre y palo santo que calme la ansiedad. Todo esto, es mágico. Todo esto, es muy humano.
EL MAL DE OJO Y EL ALUNADO
No hay que confundir magia con religión. En la provincia de Toledo han convivido las dos cosas, aunque con algún encontronazo protagonizado por la Santa Inquisición. En 1.932 el historiador Ismael del Pan publicó un volumen dedicado al folklore toledano, donde se describían las prácticas supersticiosas más significativas y arraigadas, del que también se hizo eco, en el año 1.981, la investigadora Esperanza Sánchez Moreno.
Destacan por su popularidad, los ritos relacionados con la protección frente al alunado y al mal de ojo. El aojo o mal de ojo hace referencia a una serie de dolencias que se producen tras la mirada de una persona, a veces con la intención de causar mal, y otras, de manera involuntaria. Los familiares cercanos pueden causar, sin querer, mal de ojo, si miran excesivamente a un niño. Las manifestaciones pueden ir desde la pérdida de alegría, hasta la muerte por “reventarse la hiel”.
Los síntomas del mal de ojo son el adelgazamiento, las dificultades para caminar, el dolor de cabeza y la pérdida de fuerza. También los animales son susceptibles de este mal, que puede llegar incluso a destrozarles “hígados y bofes”. Se habla también del “aojo seco”, de gravedad extrema, debido a la tardanza en poner remedio.
Otro peligro acechante se debe al influjo de la luna, dando lugar al mal de alunado, muy conocido en la comarca de Talavera de la Reina. Este mal afecta de manera especial a los recién nacidos, a los que la luna puede “coger”, y a las madres lactantes, a las que puede secar y malograr, dejando sin alimento al bebé. Los síntomas en el recién nacido son variados: escoceduras, erupciones, problemas digestivos y también sonreír durante el sueño, llanto sin motivo. En la madre las principales señales son: falta de leche, dolor de cabeza y desasosiego.
La luna también afecta a los pastores y a otras personas que duerman al raso. El signo característico en estos casos es la falta de voluntad. Los alimentos pueden contaminarse con la luna, si se dejan a la intemperie.
LAS GRACIOSAS Y LAS SALUDADORAS
Las graciosas y las saludadoras tenían la capacidad de sentir si una persona estaba afectada de mal de ojo o de alunado, y poner remedio. Se llamaban graciosas (normalmente mujeres) a aquellas personas que antes de nacer lloraron tres veces en el vientre materno, siendo esto un signo de su futuro poder para la sanación y el bien. Se dice que presentaban una cruz bajo la lengua o en el paladar, más visible los viernes, puesto que eran nacidas en Viernes Santo, lo que hacía que fueran poderosas, pero muy escasas.
Las saludadoras, más abundantes que las graciosas, no tenían poderes tan excepcionales como éstas, y solían ser mujeres con una hermana melliza o gemela, con capacidad para llevar a cabo ciertas averiguaciones y rituales sobre el mal de ojo y el alunado. Los curanderos y curanderas son una derivación de estas saludadoras. En algunos pueblos toledanos reciben el nombre de brujas, no en sentido negativo, sino refiriéndose a sus capacidades de adivinación o de sanación.
AMULETOS Y PRUEBAS
En 1.945 se presentó el Catálogo de amuletos del Museo del Pueblo Español. La protección frente al mal de ojo y al alunado, implican la utilización de pequeños objetos a los que se atribuyen poderes sobrenaturales para evitar el mal. La abundancia y diversidad de amuletos, son una manifestación material del fuerte arraigo de la superstición en nuestra provincia.
Frente al alunado, se utiliza una medialuna de hierro, cobre o latón, que se coloca en la faja del recién nacido, junto con los evangelios y la regla de San Benito, (pequeños escapularios bordados). La madre debe portar una pulsera, la manillera. Ambas piezas se realizan por herreros, siguiendo unos rituales especiales, y a veces, son bendecidas por el sacerdote en la Iglesia.
Frente al mal de ojo, se utilizan amuletos de hueso, cornatillos de ciervo, o una representación de la Higa o Figa, que es una mano con los cinco dedos a medio cerrar. Los amuletos de cuernecillo se utilizan mucho en animales, para protegerlos de las enfermedades, colgados del cuello.
Al alunado se le reconoce principalmente por sus síntomas, sin embargo, cuando se sospecha de mal de ojo, se procede a la “Prueba del agua y del aceite”. Estando presente el afectado, o utilizando un mechón de pelo en su ausencia, se dejan caer tres gotas de aceite sobre un vaso con agua. Si alguna de las gotas se hunde, se confirma el mal de ojo.
REMEDIOS FRENTE AL MAL DE OJO
La curación del mal de ojo se lleva a cabo mediante el “ensalmo”, que consiste en rezar una serie de oraciones, a veces secretas, a veces en voz alta, que pueden ir acompañadas de otras acciones. Antiguamente existía la figura del ensalmador, persona dedicada a recitar estas oraciones por un módico donativo.
Estas oraciones se acompañan del sahumerio, materia quemada que produce humo, el cual se lanza sobre las diferentes zonas del cuerpo afectadas o por donde ha entrado el mal.
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA SUPERSTICIÓN
La humanidad siempre ha pretendido actuar sobre la enfermedad, la tristeza y la muerte. No siempre ha dispuesto de los medios adecuados, pero ha utilizado lo que tenía a su alcance. En los pueblos de Toledo, la figura de la bruja, saludadora o curandera, ha tenido cierta relevancia social, aunque también ha sido portadora de estigma.
La superstición no es una manifestación de ignorancia por parte de nuestras abuelas, sino una utilización desesperada de los recursos para prevenir y sanar, a su alcance. En los lugares donde el acceso a la medicina ha sido más difícil, han perdurado las prácticas supersticiosas.
En ocasiones, la gente ha preferido a la curandera antes que al médico. El sistema cultural y de creencias del paciente, son factores a tener en cuenta en cualquier sistema sanitario que se precie. Nos ha costado mucho tener un buen sistema de salud público, pero si no se humaniza, corremos el riesgo de volver a confiar más en el remedio de la pata de conejo, que en el cirujano.