OPINIÓN

Vecinos segundones

Carlos Granda

Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Mucha polvareda, quizá demasiada, se está levantando con respecto al asunto de los guiñoles franceses.

Bien es cierto que la bromita de los vecinos del norte traspasa con creces las cotas de lo que debe ser una caricatura, pero tampoco nos vamos a echar ahora las manos a la cabeza de lo que nos llega de un país donde el chovismo es la cuarta premisa junto con la igualad, la fraternidad y la libertad.

Los supremacía del deporte español en los últimos años contrasta, y mucho, con la profunda mediocridad y falta de figuras destacas en las principales disciplinas de los franceses. Ver desfilar triunfantes a ciclistas españoles vestidos de amarillo por los Campos Elíseos o a Nadal levantar religiosamente cada mes de junio la Copa de los Mosqueteros en París es algo que, inexplicablemente, les produce erupciones cutáneas en sus gabachas pieles. Por eso no debe sorprendernos el ataque de los muñequitos de marras con constantes apariciones concebidas como dardos envenenados que pretenden cuestionar todos nuestros éxitos colocándonos indiscriminadamente la etiqueta de tramposos cuando de esos hay en todos los países, incluso en el que está un poco más arriba de los Pirineos.

Envidia, aunque disfrazada de mordaz y gratuito sarcasmo, es lo que corroe las entrañas de un país que no acaba de acostumbrarse a estar en la segunda fila en materia deportiva y que pierde la ocasión de mostrar una elegancia de la que presumen pero de la que claramente carecen. No conviene dar más cancha a una grotesca y zafia campaña orquestada por un grupo de guionistas sin ninguna gracia escondidos tras unas figuras de látex. Au revoir segundones.

Noticias relacionadas