Víctor Borreguero
Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Cuando De Guindos tiró el penalti al poste, Rajoy, a lo grande y como si Maradona, metió un golazo de rabona: “Una línea de crédito para el sistema financiero español”.
Por primera vez, como concesión a la Unión Europea, el presidente español hablaba con la bandera de Europa a la derecha de la española (gol protocolario).
Marchó después a Polonia para ver a los nuestros metiendo y recibiendo goles futboleros; los goles políticos los marca una señora que se llama ‘Prima’ y de apellido ‘Riesgo’. Se acerca a la portería escorada ligeramente hacía la banda derecha, hace pensar que su chut no puede llegar a tener la potencia o precisión adecuada y, zas, opta por efectuar la rabona, ella es así.
Si en fútbol se llama gol y se canta goooool, en el rugby la cosa se llama ensayo y ouchdown en el fútbol americano. Gana el equipo o bando que marca más goles en un período determinado. Pueden ser de cabeza, de penalti, en contra, gol olímpico (saque de esquina), de vaselina, de chilena, en túnel, de tijera, de tiro libre directo o indirecto…
Cuando el presidente marcó de rabona antes de salir para Gdansk para presenciar el primer partido de la selección española de fútbol en la Eurocopa 2012. “Se ha evitado la 'intervención' , el tope de 100.000 millones a la banca nos da un colchón y lanza a los mercados un mensaje 'contundente', explicó y era como desternillarse del contrario jugando la pelota contra natura: “Se pega el balón en el que la pierna que golpea la pelota pasa por detrás de la pierna que soporta el peso del cuerpo, es decir, cruzando ambas piernas”, y zas, la rabona.
El gol (cantado, gritado, o anunciado) sirve de excusa para festejar el éxito de un equipo. Los cánticos de la tribuna y los estertores del narrador imprimen toques de entusiasmo. Como si una bomba atómica de súbitas subvenciones celestiales. Como si Rafa Nadal en París Mon Amour.
Noticias relacionadas