Javier Fernández
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Esta semana tengo que empezar hablando de una información que atrajo mi atención sobremanera en el diario nacional El País.
Era uno de esos titulares que llaman la atención sin necesidad de incluir morbo, sensacionalismo o amarillismo. Decía algo así como dos chicos habían sido detenidos por provocar casi una treintena de accidentes por mera diversión. Me dio mucha rabia leer esto, la verdad. Todos hemos sido pequeños y hemos hecho gamberradas, como perseguir a gatos o perros, tocar a los telefonillos de los vecinos y echar a correr, romper la luminaria de una farola de una pedrada o ‘tomar prestado’ un chicle en un frutos secos (esto no quiere decir que yo fuera un vándalo ni mucho menos, hablo del círculo en el que yo me crié); pero yo estoy hablando de la época de la edad del pavo en la que ya no somos críos pero tampoco hemos alcanzando la mayoría de edad. Pero es que lo de estos dos hombres hechos y derechos tiene mucho más delito, ya que se acercan más a la treintena que a otra cosa. Decía la noticia que ambos se lo pasaban ‘pipa’ colocando en carreteras de la provincia de Almería y de Murcia piedras de grandes dimensiones, lonas de color oscuro en el suelo y plásticos de balizamiento que provocaban colisiones, salidas de la vía y frenazos bruscos a varios nobles conductores. Sus ratos de ocio también los ocupaban con la quema de contenedores y turismos y con crear desperfectos en el mobiliario urbano. Afortunadamente, los Cuerpos y Fuerzas del Seguridad del Estado terminan dando con este tipo de personas, que no tienen otro menester que intentar destrozar la vida de personas inocentes. Para ellos es toda una broma, y para mí el precio que deberían pagar está detrás de unos barrotes, a ver si ese escarmiento les hace un buen lavado de cerebro y aprender a diferenciar una buena de una mala conciencia. Mientras tanto, todos estar ‘al loro’.
No puedo despedirme sin pedir que la calma vuelva a Egipto, un país que vive una revuelta y una crisis política y social que ya ha acabado con la vida de muchos civiles. Desde EE.UU. y Europa ya han pedido al rais Hosni Mubarak que convoque unas elecciones libres y justas para que los ciudadanos decidan cuál es el futuro que quieren. De momento, el mandatario manifestó en El Cairo su no disposición a abandonar el Gobierno y, por tanto, el poder.