MLJ

El ritual nació cuando a principios de verano, todos teníamos que enfrentarnos al temible cuarto trastero que había acumulado los enseres de la playa; las humedades; las ruedas pinchadas de bicicleta; los discos prohibidos; la bolsa de petardos que se había perdido en la última verbena; el bote de bolas de tenis sin bolas de tenis; la media bolsa de ganchitos de queso llena de arena de la playa; cuatro piñas para quemar; un madelman lisiado; y un porrón de trastos que configuraban la cronología de las victorias sobre las horas muertas de los largos veranos de la infancia. Todos dedicábamos una mañana a poner en orden el trastero, y mientras uno lo hacía, los otros asistían al evento igual que las temibles abuelas vestidas de negro de la película ‘Zorba, el Griego’. Tendemos a guardar y conservar objetos, recuerdos y emociones, sin darnos cuenta de que muchos de esos objetos están rotos y son inservibles; otros tantos de esos recuerdos ya son borrosos bocetos al carbón difuminados en una hoja gastada de papel cebolla; y un considerable puñado de esas emociones han sido pasto de la herrumbre que produce la madurez. Con las nuevas tecnologías y la integración de la red de redes a nuestra cotidianidad, la celebración de la jornada MLJ ya no se reduce a la del desorden de cajones, altillos y trasteros. Y dándole a la escoba, el otro día apliqué un severo MLJ en mi ‘Libro de Perfiles’. Lo cierto es que ya le tenía ganas. Así que abrí el facebook y me pareció que olía a la misma humedad que el trastero de la playa. No me gustan las aglomeraciones y cuando no quieres utilizar facebook como escaparate profesional o comercial te das cuenta de que en la lista de ‘amigos’ se te han colado una panda de absolutos desconocidos, otra de frikis, otra de amigos de mis amigos que no tienen porqué ser mis amigos; otra de conocidos con los que llevas años sin ni siquiera compartir la hora; otra de pesados que se empeñan en contestar supuestas preguntas intimas sobre ti; otra de majaretas que insisten en que te apuntes a la creación de una granja virtual con pollitos y cerdos pixelados; otra de cursis que cuelgan y comparten fotos y abrumadoras sentencias que harían sonrojarse al mismísimo creador de los Osos Amorosos; y otra panda de cretinos que pretende hacerme socio del club de fans de Camela. No me lo pensé y por respeto a mis amigos y a los que yo considero gente interesante me puse a darle al ratón y me quedé con un 33’3 % de gente a la que quiero y respeto. Al igual que mi trastero, ahora tengo la página de facebook como los chorros del oro, y, por supuesto, con MLJ.

Manzana – S.

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Monkey Business.

Vaciar Papelera de Reciclaje.

Manzana – S.

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Monkey Business.

Estááán aquíííí.