Luis González
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Hace dos semanas escribía sobre la relación de la justicia y la política.
Y en ésta no tengo más remedio que volver a insistir sobre lo mismo, impulsado totalmente por los recuerdos de un hecho que ocurrió hace siete años. Todos los medios de comunicación nos han recordado con dolor, el pasado viernes, lo que ocurrió desgraciadamente, aquel once de Marzo de dos mil cuatro, en los trenes de Madrid. Diez explosiones en cuatro trenes llenaron de luto el suelo español con un desenlace fatal de ciento noventa y dos víctimas mortales y varios cientos de heridos… Para muchos, el caso se encuentra cerrado, pero para otros, aún está abierto. Así, parece ser, lo está investigando una juez, que lleva pidiendo al Ministerio del Interior, una serie de documentos, entre ellos una lista de los cuarenta y ocho TEDAX que intervinieron en la recogida de datos en los momentos posteriores a los hechos y que, según la parte demandante, han tardado un año en entregársela. Precisamente este viernes pasado, 11 de Marzo, han debido declarar ante su señoría, algunos de esos miembros de los TEDAX, para esclarecer en qué momento se perdieron las muestras recogidas por dichos agentes, que estuvieron recogiendo pruebas durante algunos días después. Y es que, según se manifestaba en un programa de Televisión hace unos días, todo el trabajo que estuvieron realizando entonces esos especialistas, desapareció antes del juicio. ¿Cómo es posible que, según el Abogado de una de las Asociaciones de las Victimas del Terrorismo, (que es la parte demandante de la apertura del expediente) desaparecieran, prácticamente, todas las pruebas recogidas por los TEDAX? De todas ellas sólo se presentaron en el juicio veintitrés tornillos ¡De un escenario tan grotesco como había en el lugar de los hechos no puede resultar verídico que sólo se atrevieran a recoger esos veintitrés tornillos! La verdad que parece algo insólito un hecho así. Cada vez entiendo menos sobre la actuación de la justicia, al menos en ciertos casos. Si es verdad lo que escuché la otra noche en esa cadena de Televisión, no comprendo cómo se puede ser tan cutre. ¿Cómo se puede hacer desaparecer toneladas y toneladas, no tanto de peso como de número de pruebas que, lógicamente se debieron recoger en un atentado de tal calibre, como para sólo dejar unos tornillos? ¿Cómo es posible que se usaran móviles para hacer estallar las bombas de los trenes y no se pudiera recoger después ningún resto de los mismos? ¿Por qué se hicieron desaparecer todos los restos de los trenes explosionados, antes de celebrar el juicio? ¿Cómo se puede establecer un veredicto sin haber esclarecido el arma del crimen? Pues según se manifestaba en dicho programa la sentencia no determinaba claramente el tipo de explosivos utilizados en el atentado ¿Cómo es posible que después de siete años todavía se pueda seguir cuestionando la autoría de la matanza del Once-M.? Es posible que sea cabezonería de algunos, pero el simple hecho de que se pueda seguir dudando ya es más que suficiente, para señalar que algo raro debe seguir pululando entre bastidores. Si no es así, que la justicia actúe y mande callar a quien siga vociferando sobre dicho asunto. Con las cosas que se están diciendo, si no son ciertas, deberían actuar los defensores de la verdad. Incluso la misma justicia debería hacerlo de oficio, para no tener confundidos a los ciudadanos. Ahora… si son verdaderas…, ¡pues también debería actuar para esclarecer totalmente los hechos y que se acaben de una vez todas las especulaciones! Porque si no ello hace pensar a la gente que cuando el rio suena…
De cualquier manera la mayoría opinan que tratándose de ciertos temas, y de una manera muy especial, políticos, la justicia no anda demasiada fina y remolonea todo lo que puede y un poco más. ¿Serán casualidades o serán intencionalidades?... Cada uno es libre de responder lo que le parezca, pero yo cada vez entiendo menos a la justicia en determinados temas, sobre todo si no es capaz de acallar aquellas voces que se levantan contra ella.