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Raúl Díaz

El hurto/robo de la Blackberry

El hurto/robo de la Blackberry

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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Hay veces que uno alucina. Me han dicho que el Gran Wyoming también lo hace en su programa televisivo. La primera vez que oí hablar de esa práctica fue que en una cadena de TV argentina habían preparado, con cámara oculta, un especial para saber la media de tiempo en la que una bicicleta sin estar fijada con candados o cadenas, o sea, disponible de inmediato, tardaba en que se la llevara algún o alguna amiga de lo ajeno.
Hace unos días nos dio por hacer una prueba al respecto. A un amigo mío se le había roto su Blackberry, un teléfono móvil de gama alta y, una vez extraída la batería y la tarjeta de memoria, lo dejó en una mesa de terraza (la única exterior del bar, de esas que se ponen ahora en la calle para los fumadores). Apostamos a que cuánto tardarían en llevarse la Blackberry. Yo, como sigo siendo un inocente, aposté que al menos el teléfono tardaría tres horas en ser ‘recogido’ por algún caco. El dueño de la Blackberry dañada dijo que en menos de una hora. Nos apostamos (éramos 4 personas) 5 euros cada uno.

Bueno, pues hoy en mi bolsillo hay cinco euros menos.

Pero pasamos un buen rato. Uno de los presentes, que reconoció al ‘raptor’ de la Blackberry, nos dijo que era el sobrino y antiguo contable de uno de los dueños de una conocida empresa talaverana, que me ahorraré el citar. Sus iniciales (las del sobrinito) son J.A.

Para abrir más el asunto, resulta que este individuo iba acompañado de dos chicas jóvenes que casi (o sin el ‘casi’) le incitaron a que se llevara el móvil.

Una vez detectados y cuando ya estaban a unos 30 metros de distancia, me pudo el impulso y, entre cachondeo y reproche, pero en tono divertido, le grité a voces desde la puerta del local: ‘¡¡¡que lo disfrutes!!!’
Y va el tonto del contable y se gira para mirar. Las chicas, que como mujeres son más listas, ni volvieron la cabeza.

Pero el imbécil del contable sí. Y le reconocimos.

Y luego echamos la culpa a los rumanos, los gitanos, los rusos, los sudamericanos…
Hombre, por supuesto que los hay que delinquen y no son españoles. Pero el tipo que se llevó la Blackberry puesta en la mesa de la calle frente al escaparate del bar es un hombre formado (trabajó como contable) y es tan español como yo.

La diferencia está en que es un sinvergüenza y un hurtador. Por no llamarle directamente un ladrón. Aunque, pensándolo bien, por el precio que tienen esos móviles, en vez de ‘hurto’ debería ser clasificado como ‘robo de uso’, ya que no hubo violencia en el acto. Los juristas y togados saben a qué me refiero.

Aunque, lo mismo, el autor de la sustracción del celular, del para mí nada ‘presunto’, porque lo vieron mis ojitos, J.A. que se llevó la Blackberry, se gastó las pelas en una batería y en una tarjeta de memoria para intentar dar vida a un teléfono móvil que estaba roto. Y ni incluso con esa inversión iba a funcionar.

Pero es que hay ladrones tontos, tontos, tontos. Y este J.A. es uno de ellos.

Y no me hagas que hable más.

Por último, un cariñoso abrazo y mis condolencias para Miriam, compañera que realizó sus prácticas en esta Voz y estudiante de periodismo, cuyo padre se ha marchado demasiado pronto. Ánimo, Miriam, yo también pasé por lo mismo. Aunque sé que eso no es un consuelo. Pero de todo se sale.

Si quieres leer más columnas de opinión de Raúl Díaz visita http://duermevela65.blogspot.com

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