La Noche de San Juan es la noche mágica por excelencia, y la mayoría de sus historias están relacionadas con la luna, el agua y la mujer, pero si miramos más allá de la mera apariencia exótica de sus personajes, encontraremos prejuicios, estigmas y advertencias moralizantes. Toda leyenda mágica, hunde sus raíces en una realidad cultural concreta, nos habla de estereotipos sociales existentes, pasados por el filtro de lo sobrenatural.
La magia es la capacidad de crear imágenes, de tal forma que, a través de este poder, es factible cambiar el orden lógico de las cosas (el imago mundi). Todos hemos oído relatos sobre hechizos de transformación, como el de la Mora o Encantada, una “bicha” que adopta la forma de bella mujer durante la Noche de San Juan.
ORIGEN Y RIRUALES DE LA NOCHE DE SAN JUAN
La Noche de San Juan se celebra el 23 de junio coincidiendo con el solsticio de verano, el día más largo del año. Su celebración se remonta a épocas antiguas, en las que nuestros antepasados encendían hogueras para dar más fuerza al sol y proteger las cosechas. La fiesta se retoma en el cristianismo bajo la advocación de San Juan, “El Bautista”, que significa “el que sumerge o hunde” para liberar del pecado.
Durante esta noche mágica se llevan a cabo rituales de fuego relacionados con la purificación, rituales de agua para la fertilidad y rituales de plantas para la sanación. En algunas zonas de España se venden ramos de plantas espantabrujas, y para la suerte, no hay nada mejor que ir “a coger el trébole la Noche de San Juan”.
FEMINAS INQUIETANTES EN LA NOCHE DE SAN JUAN
Los rituales de agua, como bañarse en el río a medianoche, o lavarse la cara sin mirarse al espejo, tenían que ver con la renovación, la fertilidad y la atracción del amor verdadero. Estas prácticas se atribuían a las mujeres, cuyo principal rol era el de ser esposas y madres.
Las leyendas de Las Encantadas o “Encantás”, son un grupo de tradiciones orales en las que la protagonista es una hermosa joven de largos cabellos, que sostiene un espejo y un peine de oro. Se aparece en determinados parajes o se baña a la luz de la luna, durante la Noche de San Juan. Algunos sostienen que la palabra encantada procede del término prerromano “Kanto” (piedra). También reciben el nombre de Moras o Mouras, que procede del término prerromano “mor” (túmulo, cerro, morra).
Aunque cada pueblo interpreta esta leyenda de una manera, el desenlace es siempre el mismo. La criatura Sanjuanera vive presa de un maleficio, ejecutado por una figura masculina (padre, rey moro, mago). Este sortilegio la encadena a un destino desdichado y la obliga a permanecer todo el año recluida en una cueva, en un castillo o bajo el agua, vigilando parajes naturales y riquezas ocultas. Sólo se hace visible durante la Noche de San Juan, gracias a la magia.
Entonces, busca a pastores y labriegos que la liberen de su triste suerte. Éstos quedan hechizados por sus encantos y por el tesoro que custodia. Tras embaucarlos, los somete a duras pruebas para conseguir su liberación. Cuando los hombres fracasan, se convierte en una enorme serpiente o bicha, que los devora.
Esta leyenda adopta diferentes nombres y particularidades, según la geografía. En Galicia abundan las Mouras que viven llorando debajo del agua. En el País Vasco reina la poderosa diosa Mari y las lamias, protegiendo sus bosques y manantiales. En Asturias y León, las Xanas hacen de las suyas cambiando a los recién nacidos de las campesinas, por sus xaninos. En la Mancha y Extremadura, se divierten con los pastores, las Encantadas. En Toledo y sus alrededores encontramos Damas y Moras, en los alrededores del río Tajo y de los riscos.
LA MORALEJA DE LA HISTORIA
Pero ¿qué más nos cuentan estas leyendas? Si analizamos detenidamente su contenido, podemos observar cómo la figura femenina se asocia a las sierpes y/o culebras. En algunas culturas ancestrales la serpiente representa la renovación y la fecundidad. Tiene un significado telúrico (relacionado con la Tierra y los fenómenos naturales). En otras, se asocia con lo diabólico. El agua, las cuevas y los espejos, tienen que ver con la entrada al inframundo, pero también con la capacidad creadora.
Todos estos significados se relacionan con la mujer, rodeada de un aura de lujuria y de codicia, que ocasiona la perdición del hombre. Se presenta un prototipo de mujer hechizada y esclavizada, pero en términos generales diabólica y peligrosa. La hermosura se asocia a lo engañoso, puesto que tarde o temprano, siempre aflora su auténtica esencia de bestia resentida y monstruosa.
El conocimiento y la sabiduría de estas féminas, parece obedecer únicamente a su natural disposición de embaucar al hombre. En lo más profundo, subyace la idea de que la mujer hermosa y osada, siempre tratará, mediante artimañas, de escapar del control, empleando a partes iguales su capacidad de seducción y de destrucción. Para que cumpla con sus obligaciones de cuidado y protección, es necesario que permanezca recluida, encadenada y oculta al mundo.
Y generación, tras generación hemos ido escuchando estas leyendas, de féminas inquietantes que revientan el final feliz del cuento. Mujeres atractivas represaliadas, solitarias Evas acusadas de serpientes y manzanas. Y de aquellos peines, estos moños. Y de aquellas magias, estas realidades. Y en esas estamos, tratando de decidir si seguimos reproduciendo estas historias, o si las superamos. ¡Todo es posible en la Noche de San Juan!