Decía Platón que “nadie es más odiado que aquel que dice la verdad” y le apoyaba Santiago Ramón y Cajal cuando aseguraba que “si no tienes enemigos es que jamás dijiste la verdad o amaste la justicia”.
Las dos sentencias se cumplen a rajatabla en esta época de reguetón, tiktokers, tuiteros o instagramers donde la ignorancia se vende como virtud y la educación y la cultura están pasadas de moda.
A cuenta de lo que todo el país ha estado siguiendo en los últimos días, con los ojos puestos en la sede del PSOE y un poco menos en el congreso del PP en Sevilla, decir la verdad tampoco se estila.
En Ferraz, Page se vistió de Gary Cooper en ‘Solo ante el peligro’ mientras Sánchez protagonizaba su particular ‘Aterriza como puedas’. Si no abandonamos la clave cinematográfica, me quedo con el lema de ‘Los Inmortales’, “sólo puede quedar uno”.
La compañera Carmen Morodo, en La Razón, postulaba sobre el posible desenlace de la firme postura del presidente de Castilla-La Mancha frente a la brega de acoso y derribo de las huestes sanchistas. Decía ella que ganará Page.
A la vista del estercolero en que se está convirtiendo todo lo que rodea a Pedro Sánchez, los socios, partidos acompañantes, diputados simpatizantes y otros elementos se están desmarcando de una ecuación que cada vez huele más a podrido.
El desangrado puede durar pero el latido languidece y me temo que la muerte cerebral del ‘sanchismo’ cada vez se acerca más al certificado de defunción que al milagro curativo.
Lo que sí me sorprende es que el mismo Sánchez, que decía no controlar nada de lo que hacían Koldo, Abalos o Cerdán (y eso que los tenía pegaditos), ordena ‘ataque frontal’ con toda su artillería para intentar neutralizar al mandatario castellano-manchego. Ahora sí controla el aparato, es el ‘puto amo’, antes ni se enteraba. Es curioso y me gusta.
La huida hacia delante del presidente del gobierno estuvo bien definida por Sócrates con esta frase lapidaria, “los inteligentes aprenden de todo, los estúpidos ya tienen todas las respuestas”. Pues no se vayan todavía, hay algo que me importa y es que la película no ha hecho más que empezar.
Hagan palomitas, acomódense y luzcan una sonrisa porque –desde la óptica periodística– solo falta decir que este largometraje… me encanta.
Si (
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