Lo del Partido Popular de Castilla-La Mancha con la declaración de Murcia pasará a los anales del disparate político. Se han apuntado a un texto que básicamente viene a decir que el trasvase Tajo-Segura es intocable, que aquí no hay sequía que valga y que, si hace falta, el Tajo se vacía para regar limoneros. Y nuestros populares, en vez de plantarse, han dicho: “Amén”.
Ahí tenemos al PP castellano-manchego, aplaudiendo lo que no debía, traicionando su propio discurso y quedando a los pies de los caballos. Un ridículo digno de manual, con Murcia frotándose las manos y el personal aquí preguntándose si en Génova reparten las instrucciones en cócteles de amnesia.
Pero la cosa no queda ahí. Porque a esta tragicomedia se suma VOX, que en cuanto huele sangre, no perdona. Han salido raudos a decir que el PP se ha vendido, que no defiende el Tajo (fíjense quién lo dice) y que son más blandos que un bizcocho en remojo. Y, esta vez, con razón. Porque cuando VOX se atreve a dar lecciones al PP sobre cómo defender a Castilla-La Mancha, es que alguien en el cuartel popular ha perdido la brújula… y también el mapa.
El problema es que esto no es un chascarrillo de barra de bar. Estamos hablando del agua del Tajo, de nuestro río, del que se sangra cada vez que se abre la compuerta hacia el Levante. Y mientras tanto, el PP de aquí se dedica a jugar a ser murcianos por un día, a posar en fotos ajenas y a cabrear a su propio electorado. Vamos, lo que viene siendo pegarse un tiro en el pie… pero con escopetilla de feria.
La pregunta es simple: ¿quién manda en el PP de Castilla-La Mancha? ¿Murcia? ¿Génova? Porque lo que está claro es que en Toledo o en Talavera, desde luego, no. Aquí manda la obediencia, el miedo a llevar la contraria y la costumbre de decir una cosa en casa y la contraria en el vecino. Y al final, así les va: que pierden credibilidad a chorros.
El agua del Tajo no entiende de siglas, pero sí de dignidad. Y lo que ha hecho el PP con esta declaración es indigno. Murcia aplaude, VOX se carcajea y esta región se queda, otra vez, mirando cómo su río se escurre entre las manos.
Al final, ni defienden el Tajo ni salvan la foto: solo se ahogan en su propio ridículo.
Si (
No(
