Desde La Puebla de Montalbán al estrellato internacional, Álvaro Rico Ladera sigue cultivando una carrera cada vez más sólida y diversa. Nacido el 13 de agosto de 1996 en La Puebla de Montalbán (Toledo), este joven actor ha llevado con orgullo el nombre de su tierra allá donde va. Desde la plaza de su pueblo hasta los sets internacionales de Netflix, Rico ha demostrado que el talento castellanomanchego no conoce fronteras.
Su historia comienza en el seno de una familia trabajadora y emprendedora, dueña de la pastelería-cafetería Café Gito que, durante años, ha sido punto de encuentro para vecinos, vecinas y amistades. En ese ambiente cercano y familiar, Álvaro creció entre aromas dulces y conversaciones cotidianas, soñando con mundos imaginarios y con la interpretación como destino.
Su pasión por el arte escénico no tardó en darle sus primeros frutos: en 2011 debutó en teatro con una adaptación de La Celestina. Después, con apenas 18 años decidió dar un salto valiente: se trasladó a Madrid para estudiar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD), uno de los templos de la interpretación en España y en 2017 llegó su primera aparición televisiva en la serie Centro Médico. Ese mismo año, participó en Velvet Colección, pero el gran giro de su carrera estaba a punto de llegar.
En 2018, Álvaro se convirtió en Polo, uno de los protagonistas de la exitosa serie de Netflix Élite. Su interpretación de un joven complejo, atrapado en un triángulo amoroso y marcado por la culpa, le situó en el radar internacional y le abrió las puertas de nuevas producciones. Desde entonces, no ha dejado de crecer: El Cid, La caza. Tramuntana, Alba, Madres. Amor y vida, Sagrada familia, Hasta el cielo: La serie o El Jardinero son solo algunos de los proyectos que han consolidado su trayectoria.
Pese al ritmo vertiginoso de su carrera, Álvaro nunca ha olvidado de dónde viene. En entrevistas, recuerda con cariño su infancia en La Puebla de Montalbán, su gente, sus calles, y esa esencia tranquila de los pueblos toledanos que tanto le marcó. Su humildad y cercanía lo han convertido, sin proponérselo, en un auténtico embajador cultural de Castilla-La Mancha, ejemplo de esfuerzo, pasión y orgullo por las raíces.
Y es que, a pesar de que su vida dio un vuelco desde que se fue a la capital con 17 años para estudiar arte dramático, tener la suerte de que su pueblo esté a solo una hora y diez minutos de Madrid hace que, como él mismo ha dicho en varias ocasiones, “siempre que necesitas un poco de oxígeno te vas para allá”.
Contaba Álvaro Rico Ladera en televisión que “La Puebla siempre ha sido un pueblo muy peculiar, con una efervescencia cultural muy fuerte: se hace mucho teatro, está el Festival Celestina, el grupo folclórico –en el que he bailado desde los 6 años– tiene como 50 años de historia…”. También nació allí un festival de cine, el CiBRA (Festival del Cine y la Palabra), patrocinado por el Gobierno de Castilla-La Mancha para reforzar, porque comparte, los pilares sobre los que se sustenta: la cultura, la educación, la concienciación social y los valores de las personas. Hoy se celebra tanto en La Puebla como en otros escenarios de la ciudad de Toledo, y por él han pasado multitud de rostros conocidos. “Si lo pienso, he estado subido a un escenario toda la vida sin proponérmelo”, reconocía el actor.
Más allá de los focos y las cámaras, Álvaro Rico Ladera sigue siendo aquel chico de La Puebla de Montalbán que creció entre pasteles, bailes y sueños. Un artista que lleva en el corazón la esencia de su tierra, y que demuestra, con cada paso, la altura de Castilla-La Mancha y su ciudadanía en este y otros espacios del mundo cultural.
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