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CARTA DEL DIRECTOR

Consenso como herramienta: un Estatuto para avanzar

Alberto Retana
Alberto Retana

Escrita por el director de La Voz del Tajo, Alberto Retana

miércoles 12 de noviembre de 2025, 10:00h

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Quienes tenemos el privilegio de ver con perspectiva el oficio del periodismo regional, y de hacerlo desde una cabecera como La Voz del Tajo, recordamos perfectamente aquellos días de ilusión y vértigo de diciembre de 1981. En esa casa, decana de la prensa de la provincia, narramos en tinta y papel el nacimiento de nuestro primer Estatuto de Autonomía. Eran tiempos fundacionales, de construir casi todo desde la nada, y el periódico que me honro en dirigir fue testigo de cómo Castilla-La Mancha empezaba a forjar su identidad institucional.

Han pasado más de cuatro décadas, y la región que hoy pisa la moqueta del Congreso de los Diputados para presentar la modificación de su norma fundamental es, por suerte, muy diferente. Más madura, más consciente de sus fortalezas y, sobre todo, más necesitada de herramientas actualizadas para los retos del siglo XXI.

Hoy, sin embargo, la gran bonanza de la jornada no reside únicamente en el articulado que se propone modificar—que sin duda es crucial para blindar servicios, afrontar la despoblación o definir nuestro papel en una España y una Europa cambiantes—. La verdadera noticia, la que debería abrir portadas y marcar la agenda, es la fotografía que acompaña a ese texto: el acuerdo.

En una época marcada por la polarización extrema, por el "no es no" y por convertir las instituciones en un campo de batalla permanente, el consenso alcanzado entre el PSOE y el Partido Popular en Castilla-La Mancha para reformar nuestro Estatuto es un ejercicio de responsabilidad superlativo. Es la demostración de que, cuando se anteponen los intereses de los castellano-manchegos al cálculo electoralista, la política funciona.

El poeta y dramaturgo alemán Wolfgang Goethe ya advirtió que no debemos preguntarnos si estamos plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino. Aplíquenlo a todas las facetas de sus relaciones sociales.

Esta reforma no nace de la imposición de una mayoría sobre otra, sino de la voluntad de pacto. Y eso, en sí mismo, es la mayor de las "bonanzas". Un Estatuto pactado es un Estatuto fuerte, útil y duradero. Saca nuestra norma básica del fango de la disputa partidista y la convierte en lo que debe ser: el marco estable sobre el que todos, independientemente de quién gobierne, podamos construir.

Aquel Estatuto de 1981 fue el de la ilusión. Esta modificación de 2025 debe ser la de la madurez. La que demuestre que hemos entendido que dividirnos nos hace irrelevantes y que solo desde la unidad en lo esencial—y el Estatuto lo es—podremos exigir lo que en justicia nos corresponde, sea en materia de agua, financiación o infraestructuras.

Desde La Voz del Tajo, que informó de aquel primer texto con la esperanza de un futuro mejor, aplaudimos hoy no solo la necesaria actualización de la norma, sino, y con más énfasis si cabe, la altura de miras de quienes la han hecho posible. Ojalá este acuerdo no sea la excepción, sino el prólogo de una nueva forma de hacer política en nuestra tierra.

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