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Felipe Medina

Ciudadanos: seamos más libres, no votemos

Ciudadanos: seamos más libres, no votemos

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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Votar no es la solución. Probablemente saldremos de los fuegos, pero nos meteremos en las brasas.
No ir a votar es el merecido castigo a la avaricia del gran capital y los políticos profesionales que se llenan los bolsillos mientras se extiende el cataclismo. Ojala los españoles tuviéramos capacidad de reacción en vez de continuar con el borreguismo que nos caracteriza y nos decantáramos de manera inteligente y solidaria por no ir a votar. Es la manera más cívica y menos lesiva de hacer una necesaria revolución que nos saque de la penuria y ponga freno a la encubierta dictadura y sistemático pisoteo a que nos tienen sumidos los politicastros de uno y otro lado. La rebelión de los pueblos contra los partidos políticos tradicionales, la corrupción, los privilegios y la inoperancia, ha tenido eco en las últimas elecciones de Finlandia. El pueblo finlandés, desde la libertad, sensatez e inteligencia, ha dado la espalda a los políticos de siempre y se ha decantado por votar a la llamada “extrema derecha”. Es un claro síntoma de la rebeldía ciudadana que crece en el mundo contra el sistema que nos ahoga. Un sistema de los llamados partidos políticos divididos en “derechas” e “izquierdas”, poco demócratas, demasiado parecidos entre sí, generalmente corruptos y vergonzosamente atrincherados en el poder y los privilegios.

Los ciudadanos de todo el mundo han decidido oponerse a los políticos profesionales que les marginan, les malgobiernan y les aniquilan a impuestos, sin solucionar los problemas y aprovechando la política para enriquecerse y saciarse de ventajas y privilegios.

Lo ha dicho el pueblo finlandés y muchos países de África. El mundo se esta haciendo eco de que el pueblo debe ser soberano y frenar de una vez por todas el cúmulo de despropósitos, abusos e inoperancia de políticos y partidos. Sin embargo, en España, claudicamos, enmudecemos ante el infierno que nos han impuesto y nuestro característico borreguismo, otorga cada vez más poder a la casta que nos malgobierna. La política española está plagada de profesionales del poder que, desprovistos de conciencia y vergüenza, se apoltronan despiadadamente en sus privilegiadas posiciones. No pueden explicar su fulgurante enriquecimiento como gestores públicos, es un cáncer que afecta a los dos grandes partidos y ante los que la Justicia casi nunca hace nada, proyectando hacia la sociedad la imagen insana y democráticamente intolerable e insufrible de que cínicos redomados, tienen el poder en sus manos.

Hay demasiados ejemplos de cuanto digo, pero solo utilizare unos pocos: Felipe González debió dimitir cuando su gobierno se llenó de corruptos y practicó el terrorismo de Estado; Aznar debió dimitir cuando amparó la gran mentira de la guerra de Irak e implicó a España en una guerra de intereses, a pesar de la oposición masiva del pueblo; el mismo presidente del gobierno actual, Rodríguez Zapatero, tiene docenas de razones para dimitir, más que ningún otro presidente español en los últimos doscientos años. De hecho, habría sido obligado a hacerlo en cualquier democracia legítima, aunque no en la española.

Queridos lectores, la lección magistral por parte de un pueblo civilizado, inteligente y con verdaderas ganas de dar un necesario giro de 360º al sistema que nos oprime es no ir a votar, porque votar, no es en absoluto la solución.


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