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Javier Rivas

Carta a los socialistas

Carta a los socialistas

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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La aplastante derrota sufrida por los socialistas, está propiciando lo común en estos casos y nunca deseable.
A la estampida de ratas y demás roedores a la que asistiremos en breve, hay que añadir el imperio del disimulo. Casi todos miran para otro lado, con los morros en posición de silbar y como mucho señalando al infinito y más allá como causa de la derrota.

Ahora oímos a los egregios barones, como Barreda, decir que hay que centrar el debate en cuestiones ideológicas, y algunos apelan a la importancia del partido en estos tiempos revueltos. Sin duda es y debe ser así. Durante demasiado tiempo hemos estado más en los nombres y en las personas que en las ideas y en los proyectos; hemos estado más en el seguidismo y en el filas prietas, que en el debate, la imaginación y la discusión serena pero profunda sobre lo que queremos para el futuro de nuestro país, nuestra región o nuestro ayuntamiento. Hemos supeditado la existencia misma del partido al arcano superior de las instituciones y del gobierno. Lo importante no era el partido, era el gobierno; lo importante no era fortalecer una estructura política en la que diseñar el debate y trabajar en las ideas y proyectos de futuro para los ciudadanos, era la gestión, el demoledor predominio de lo pragmático, de lo inmediato, de lo práctico. Hoy, aquellos que favorecieron, impulsaron e impusieron este enflaquecimiento y casi desaparición del partido, son los que pretenden impulsar el debate ideológico; esos que durante años han vivido de espaldas al partido, usándolo solo para refrendar de forma clamorosa sus discursos y sus actos, ahora hablan de refundar, de impulsar, de activar, de formar un cuerpo de ideas en torno a las que iniciar el camino de la vuelta al poder y a las instituciones.

Sin duda un partido que no aspire a gobernar, a llevar a cabo sus proyectos para la sociedad, es un absurdo, pero no es admisible que esto sea insignificante cuando se está en el poder y prioritario cuando se ha perdido. Es de cretinos tener que llegar a la derrota para plantear los cambios, pero así ha sido.

Siempre he defendido que lo importante son las ideas, los programas, los proyectos, por encima de las personas, por eso, quienes durante décadas han impuesto el personalismo, de Bono primero, de Barreda después, pasando por otros personalismos más locales, ahora no pueden pretender ser los adalides del cambio ni el motor de las reformas. A todos esos, gracias por los servicios prestados y adiós. El PSOE necesita un movimiento del 22 M, que asiente las bases de un futuro sin ambages, por la senda del progreso, del conocimiento, de las ideas, del compromiso con los ciudadanos y con las ciudades, un movimiento que desde la calma y el sosiego revolucione el secarral político en que se ha convertido el partido después de décadas de gobiernos y de dirigentes ensimismados en sus éxitos y alejados de la realidad. No interesa tanto volver al gobierno, como llegar con dignidad, con sinceridad, con calidad, con fuerza, con ideas y para eso sobran muchos, o todos, de los que hasta ahora han sido la voz, el rostro y el mensaje del partido.
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