El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha mostrado su oposición a la posibilidad de que Cataluña obtenga del Gobierno central la gestión de sus propias fronteras, un extremo que, según sus palabras, “afecta a la soberanía nacional”.
En una entrevista con Castilla-La Mancha Media, García-Page ha calificado la propuesta planteada por Junts como una medida con “tufo racista”.
“Sería literalmente dejar un poder soberano del Estado a una autonomía. Es grave jugar frívolamente con la competencia más definida de un Estado. Es un tema muy serio”, ha advertido, insistiendo en que “bajo ningún concepto” se debe ceder competencias en política migratoria.
El presidente autonómico ha explicado que la iniciativa independentista supone seleccionar a los inmigrantes “en función de que se incorporen a su cultura”, algo que considera “segregar y elegir quién entra por la puerta identitaria”. “Separar a los ciudadanos del mundo por cuestiones identitarias, es racismo”, ha añadido.
Más allá de la polémica sobre fronteras, García-Page también se ha pronunciado sobre la financiación autonómica. Ha reconocido haber “perdido la fe” en que el Gobierno de España aborde el tema de manera seria, calificando la situación de “deprimente”. Para el presidente regional, el modelo debería ser estable y adaptarse automáticamente a cambios, sin necesidad de renegociación constante.
“En estos 11 años ha habido retrasos por una razón: quien gobernaba en Cataluña se negaba a sentarse con el resto”, ha asegurado, defendiendo que el coste de los servicios en cada territorio debería guiar el diseño de la financiación. En su opinión, los independentistas catalanes actúan como “palos en las ruedas” del proceso y buscan “romper España, de golpe o poco a poco”.