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Luis González

¡Esa lluvia!

¡Esa lluvia!

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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Desde hace algún tiempo venimos contemplando en las noticias una fuerza destructora que está dejando arrasados los campos por donde pasa.
Es posible que después venga el sol y los haga florecer, pero mientras eso llega, se lleva por delante unas cuantas vidas y causa destrozos hasta en las viviendas. Así lo hemos visto últimamente en Brasil, Australia, no hace mucho tiempo en Andalucía… y en muchos otros puntos de la tierra. Parece que el agua quiere hacerse presente ahora, quizá más que antes, aunque siempre ha llovido. También es posible que seamos nosotros los que tratamos de ocupar sus espacios y, tal vez, el agua quiera avisarnos. Por eso me van a permitir que hoy invoque un poco a las musas para escribirles el artículo dedicado a ese tema:
¡Esa lluvia! que anhelamos como vida,
y que siempre forma parte de su esencia,
pues las plantas la reclaman en su ser
y la ven fundamental en su existencia…,
es posible que esa lluvia nos empape,
que nos moje blandamente la inocencia,
que nos limpie los errores del engaño
y nos vuelva transparente la conciencia
Yo quisiera que la lluvia que nos moja,
sea estandarte de mayor beneficencia,
que recoja de los cielos la bondad
y que esparza por el mundo su influencia.
¡Esa lluvia!, que germina desde el suelo,
que se eleva con calores de emergencia,
convirtiéndose en espumas de nublados,
derritiéndose en perlitas de paciencia…,
es posible, que esa lluvia nos ayude
y nos haga comprender las apariencias
que soportan las eternas vanidades
y nos brindan las pequeñas experiencias.

Yo quisiera que la lluvia que florece,
nunca oponga contra el mundo resistencia,
que los vivos de su esencia se alimenten
y la aclamen sin ninguna reticencia.
¡Esa lluvia! que nos cierra el horizonte,
que elimina hasta del sol la transparencia,
que se atreve a hacer pecoso el firmamento
y a romper la sequedad con su vehemencia…,
es `posible, que aunque nunca la llamemos
ella acuda, anticipada por la ciencia,
y anunciada por el alto "meteosat",
que descubre casi siempre su presencia
Yo quisiera que esa lluvia destructora
que se enfrenta con la frágil consistencia
se durmiera para siempre en las montañas
y no saque a relucir su virulencia
¡Y quisiera que esa lluvia que florece
sea tratada con todas las Excelencias,
porque ablanda las durezas de las almas
y nos riega con su sabia persistencia!
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