Víctor Borreguero
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Qué le pasa al mundo, a nuestro mundo, qué le pasa, Dios...
Es frágil y desvalido como un niño que nace en la puerta de un toril y su madre le abandona para refugiarse ella en la barrera del 11 (siempre es el once, jo). ¿Qué ocurre en el mundo, qué le sucede al mundo y a nosotros con él? “Todo lo que pueden hacer los hombres está hecho, y todo se hizo en vano”, así se expresaba Robert Burns, el poeta hijo favorito de Escocia.
El fabulista Fedro explicó en una de sus fábulas escrita por los mismos días en que Cristo nació: “Soportad esta calamidad, no sea que os venga otra mayor”. Ese es el problema: no saber si vendrá una calamidad mayor. Y otro fabulista enorme, La Fontaine, escribió que “ser desgraciados equivale a ser inocentes”.
Lo de tocar fondo es como lo de la línea del horizonte. Sabemos que no existe pero la necesitamos para no embriagarnos con el vino de las distancias infinitas. Pocas veces he sentido tanto silencio emocionado como en el minuto dedicado a las víctimas de Japón el pasado sábado en el Santiago Bernabéu. Tal vez fuera la música desgarradora que acompañó al silencio dolorido -me encantaría saber qué música era aquella; intentaré averiguarlo, fue emocionante, necesito ponérmela al despertar para saberme solidario con las víctimas nuestras de cada día-.
Según la UNICEF, uno de cada cinco menores padece algún problema de salud mental. ¡Qué suerte los menores! Si vemos el mundo y sus problemas con la distancia justa, tres de cada cuatro mayores padecemos algún problema de salud mental. No podría explicarse de otra manera el diagnóstico del hombre sobre el planeta tierra. Ah, y si dije tres de cada cuatro, tal vez me quedé corto.
Pero estamos en la vorágine de un proceso electoral en España y nadie ha dicho todavía que la culpa la tiene Aznar. Es demasiado gorda la cosa como para atribuírsela a Chemari en exclusiva. Ya verán como, uno de estos días, don José Blanco presumirá de sus desvelos a favor del mundo mundial y endosará las desgracias a Rajoy por no haber colaborado en la salida de la crisis. Él, que en vez de ponerse en marcha sabe esperar cultivando el romero y la pobreza. Dios, “¡cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca cuando es jazmín y morada cuando es lirio...”.