Con una celebración litúrgica profundamente simbólica, la Antigua, Ilustre y Real Cofradía de la Santa Caridad (Toledo) ha inaugurado oficialmente su 940 aniversario, reafirmando su vocación de servicio cristiano y su misión caritativa, vigente desde el año 1085.
La solemne celebración de vísperas mozárabes, presidida por el Capellán Mayor de la Cofradía, José Antonio Martínez, ha convocado a fieles, cofrades y representantes de otras hermandades en un acto que ha sido mucho más que una conmemoración: ha sido un llamamiento claro al envío misionero en el espíritu de Pentecostés, un testimonio público de que la Santa Caridad sigue viva, activa y necesaria.
La caridad no es una reliquia del pasado, es nuestra identidad, como ha quedado demostrado durante el rezo de vísperas y ante un aniversario debe vivirse como un Pentecostés permanente, una renovación de la vocación fundacional: servir a los pobres, enterrar a los difuntos sin recursos, acompañar al marginado, y hacerlo con alegría evangélica.
La liturgia mozárabe, celebrada en el templo histórico de San Lucas, recuperó la riqueza espiritual del rito hispano con una solemnidad sobria, a la vez que profundamente íntima.
Cánticos, incienso, salmos y oraciones en comunidad envolvieron a los asistentes en una experiencia litúrgica que conecta directamente con las raíces cristianas de Toledo y de la propia Cofradía.
La Santa Caridad, fundada tras la conquista cristiana de la ciudad por Alfonso VI, ha sido desde sus orígenes una institución de misericordia, servicio y caridad concreta.
A lo largo de casi diez siglos ha acompañado a los más necesitados sin interrupción. Hoy, en un nuevo contexto social y cultural, renueva su compromiso con la misma fuerza: servir al prójimo sin protagonismos, con humildad y eficacia evangélica.
La celebración ha contado con una nutrida participación de hermanos, colaboradores, miembros de la comunidad parroquial y representantes del tejido cofrade de la ciudad.
La Cofradía ha querido agradecer públicamente la presencia y el compromiso de quienes, desde diversas responsabilidades, siguen sosteniendo su labor callada pero imprescindible.
Este acto de apertura da inicio a un año conmemorativo que combinará celebraciones litúrgicas, encuentros formativos, actividades culturales y nuevas acciones de caridad, todo ello con un mismo objetivo: hacer visible la actualidad de un carisma que sigue ofreciendo esperanza donde el dolor, la soledad o la pobreza parecen imponerse.
La Santa Caridad no se contempla a sí misma, no celebra un pasado inmóvil, sino que proclama un presente activo y un futuro al que se entrega con decisión. “No hemos nacido para mirar atrás, sino para seguir sirviendo”, afirma el Mayordomo de Finados de la Santa Caridad, Fernando Redondo.
La alegría que se vivió en San Lucas no fue circunstancial: fue la alegría serena de una cofradía que ha hecho de la entrega una forma de vida, que encuentra en cada obra de misericordia un acto litúrgico, y que sabe que su verdadera celebración es la fidelidad diaria, a lo largo de los siglos, a quienes más lo necesitan.