Tal día como hoy, hace 33 años, la ciudad de Talavera de la Reina vivió un momento histórico al recibir el paso de la antorcha olímpica de los Juegos de Barcelona 1992. La emblemática llama, encendida en Olimpia (Grecia), recorrió más de 6.000 kilómetros a lo largo de 39 días por las 17 comunidades autónomas de España, haciendo parada en 652 localidades, entre ellas, Talavera.
Uno de los encargados de portar la antorcha en este tramo fue Gregorio Sierra, gerente de la empresa local Valtorre, quien tuvo el honor de ser uno de los 9.848 relevistas que llevaron el fuego olímpico hasta su destino final. Para los talaveranos, aquella jornada del 10 de julio quedó grabada en la memoria colectiva como un símbolo de unidad, orgullo y participación en un evento de escala mundial.
El diseño de la antorcha, obra del reconocido diseñador André Ricard Sala, se convirtió en un ícono del espíritu olímpico que inundó España en aquel verano. La llama llegó a Barcelona el 24 de julio, donde fue recibida con una multitudinaria celebración.
Al día siguiente, el arquero paralímpico Antonio Rebollo lanzó la flecha encendida que encendió el pebetero en el Estadio Olímpico de Montjuïc, marcando el inicio oficial de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
Talavera, conocida internacionalmente por su cerámica, fue así parte de esta cadena simbólica que conectó a todo el país en torno al deporte, la cultura y la paz. El paso de la antorcha por sus calles no solo fue un acto protocolario, sino un momento de celebración que unió a generaciones enteras bajo el mismo ideal: el espíritu olímpico.
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