La Cátedra del Tajo UCLM-Soliss ha realizado un análisis sobre las variaciones de caudal del río Tajo a su paso por Toledo durante el verano de 2025, advirtiendo sobre su posible impacto en la fauna acuática y en el equilibrio del ecosistema fluvial. Según los datos recopilados, el régimen de caudales ecológicos, diseñado para garantizar la conservación de la vida piscícola, la vegetación de ribera y la funcionalidad de los ecosistemas asociados, no se mantuvo de manera adecuada en algunos momentos del periodo estival.
La normativa anterior, recogida en el Real Decreto 1/2016, establecía caudales mínimos y umbrales concretos para evaluar su cumplimiento, mientras que el actual Plan Hidrológico vigente desde 2023 carece de criterios precisos para determinar cuándo se produce un incumplimiento.
A pesar de ello, aplicando el espíritu de la definición de caudal ecológico mínimo, los registros del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) indican que el 16 de agosto a las 14.00 horas el caudal medio horario del río Tajo en Toledo descendió hasta 10,23 m³/s, lo que representa únicamente el 78% del caudal mínimo establecido de 13,00 m³/s.
Este dato refleja que durante esa hora se produjo un fallo en el régimen de caudales ecológicos, lo que implicó niveles insuficientes para garantizar la conectividad y el hábitat necesario para la fauna autóctona y el mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales.
El estudio de la Cátedra también evidencia que a lo largo del verano se produjeron variaciones bruscas y repentinas del caudal, conocidas como hidropuntas, provocadas principalmente por el funcionamiento de la central hidroeléctrica de Safont. Estas fluctuaciones extremas, observadas el 8 y 23 de julio y el 16 de agosto, se debieron a trabajos de mantenimiento en la subestación de alta tensión y a incidencias eléctricas en la línea de distribución. Sin embargo, no se trató de hechos aislados, ya que se documentaron situaciones similares en al menos 19 días entre finales de junio y mediados de septiembre, con descensos y aumentos de caudal que superaban los 10 m³/s en apenas una hora.
La Cátedra del Tajo subraya que estas alteraciones repentinas del flujo de agua tienen un impacto directo en la fauna acuática, afectando especialmente a peces, macroinvertebrados y microorganismos que habitan las orillas. La literatura científica recoge que las hidropuntas pueden provocar varados, desplazamientos aguas abajo, alteración de zonas de freza y disminución de la supervivencia de alevines.
Asimismo, estas fluctuaciones pueden dejar temporalmente secas zonas ribereñas, eliminando refugios esenciales para especies con baja movilidad y provocando la muerte por desecación de microorganismos que recubren rocas y sustratos de la ribera.
Durante el análisis, se constató que la utilización del caudal medio diario como indicador del cumplimiento de los caudales ecológicos no resulta suficiente para proteger el ecosistema frente a estas variaciones rápidas, ya que permite que se produzcan fluctuaciones extremas en el transcurso de un solo día sin que se detecte un incumplimiento.
Por este motivo, la Cátedra insiste en que, para garantizar un buen estado ecológico del río Tajo, es necesario que los caudales circulantes se mantengan lo más próximos posibles a los niveles naturales, evitando alteraciones bruscas que puedan deteriorar el ecosistema.
El informe concluye que, aunque el régimen de caudales mínimos tiene como objetivo preservar la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas fluviales, su aplicación debe revisarse y ajustarse, incluyendo criterios claros que limiten los efectos de la actividad hidroeléctrica sobre la fauna y el río en general. Solo mediante un control más riguroso y la aproximación a los caudales naturales se podrá asegurar la conservación del Tajo y el equilibrio ecológico de las comunidades que dependen de él.