El PSOE de Ferraz vive estos días una especie de vodevil interno donde cada facción asegura ser la auténtica heredera del espíritu socialista… aunque nadie precise muy bien cuál de todos los espíritus es el bueno. En esa sede llevan semanas practicando el noble arte de mirar al techo mientras recalculan la ruta que les pueda devolver algo del antaño voto obrero, ese viejo conocido que ahora se ha mudado a barrios más populistas donde no se habla de comités, sino de hipotecas y cerveza barata y se abre la puerta a la utopía irrealizable de los extremos.
A Pedro Sánchez le han instalado ya una suite permanente en el universo del equilibrio imposible: un pie en la Moncloa, otro patinando sobre el hielo de las alianzas y las manos totalmente ocupadas intentando tapar filtraciones que salen de su propio partido. Algunos barones autonómicos que antes confiaban ciegamente han comenzado ahora su temporada de declaraciones independientes, protagonizando un espectáculo inefable donde todos entonan el ‘no sé de qué me habla’ como si fuera un villancico secular.
Todos, menos uno, que no escondió nunca la verdad de sus pensamientos y convicciones, consciente del acoso a diestro y siniestro a que podían someterse. Es la realidad, García-Page no ha cambiado su discurso desde hace años. Sigue manteniéndose firme en sus convicciones viendo cómo se cumplen sus peores vaticinios.
En este escenario surrealista, el entorno de Sánchez intenta convencernos de que todo va “según lo previsto”. Preciosa frase, si no fuera porque –en la política española– “según lo previsto” significa “a punto de estallar pero con buena cara”. La oposición observa divertida, con esa sonrisa de quien no sabe muy bien qué haría distinto, pero agradece que el espectáculo corra a cargo del otro equipo.
Y como en este país la política y el fútbol siempre encuentran la manera de cruzarse, llegó el sorteo de la Copa del Rey para recordarnos que el azar también tiene sentido del humor. Los equipos de Castilla-La Mancha han recibido el ‘gordo’ mucho antes de Navidad: el Real Madrid contra el Talavera, el Barça con el Guadalajara, el Albacete frente al Celta… unos emparejamientos tan curiosos que parecen diseñados por un asesor de campaña: rivales pequeños con amenaza de matagigantes, partidos que enfervorizan hasta a los que no han ido nunca al fútbol y un suspense que ni en Ferraz sabrían gestionar sin una nota de prensa.
Al final, la política y el fútbol comparten una gran verdad española: todos quieren que su equipo gane, pocos saben jugar en grupo y la culpa, por supuesto, siempre es del árbitro.
Solo queda una semana, pero qué larga se nos va a hacer…
Si (
No(
