En cantidad y calidad

Aquello del agua en cantidad y calidad, frase bonita, poderosa y casi musical pero que, desgraciadamente, ha pasado a engrosar la lista de los eufemismos que la clase política lanza al aire con ligereza para adornar ruedas de prensa y salir al paso ante peliagudas preguntas sobre el agua.

Un brindis al sol esta frase del agua en cantidad y calidad. Más que nada porque si muchos políticos son los que la enuncian con la boca llena ninguno es capaz nunca de precisar de qué cantidad estamos hablando o de qué calidad es el líquido elemento al que se refieren. El delegado del Gobierno, Jesús Labrador, ha sido el último al que le he escuchado la frase de marras acompañada de una afirmación en la que mantenía que en España hay agua suficiente para todos.

Si esto es cierto, si de verdad todos los rincones de la piel de toro podrían satisfacer con creces sus necesidades hídricas, tenemos mucho trabajo por hacer porque a día de hoy esto no se cumple ni por asomo. Nos tiramos los trastos a la cabeza, nos pegamos entre comunidades y partidos políticos sin importarnos esquilmar embalses y viendo como mueren ante nuestros ojos milenarias fuentes de vida que no hace muchos años gozaban de buena salud. Este dichoso entramado autonómico en el que cada uno barre para casa dejando a un lado la realidad nacional tiene gran parte de culpa del problema del agua. Resulta que el hombre es capaz de atravesar la barrera del sonido a una velocidad de 1.342 kilómetros por hora en una caída libre desde 39.045 metros de altitud pero nosotros no somos capaces de repartirnos ni el agua. Y, claro, así nos va.