España se prepara para la Nochebuena, estamos a solo una semana, pero en Moncloa los villancicos suenan más a funeral que a fiesta. Pedro Sánchez, siempre fiel a su papel de mártir institucional, promete resistir “hasta el final”, aunque parezca más una resistencia estoica al sentido común que al desgaste político.
Sus socios, entre tanto, le lanzan bolas de nieve del tamaño de un sumario judicial y el PSOE sonríe para la galería, como si tapar grietas con espumillón fuera suficiente para mantener el árbol derecho.
En el otro bando, Feijóo y Ayuso celebran su cena navideña entre canapés y consignas: brindan por la regeneración y atacan a Sánchez como si repartieran premios. Hablan de cambio político, pero el mensaje tiene más sabor a precampaña que a mantecado.
Afuera, los españoles practican la prudencia social: cenas familiares con silencio tenso y pactos tácitos de “no se habla de política”, que este año el pavo -además– ya viene bastante cargado.
Y mientras tanto, desde Castilla-La Mancha, García-Page sigue a lo suyo: vendiendo estabilidad como si fuera producto gourmet. Pide diálogo, modales y calma, conceptos que en la política actual suenan tan exóticos como una nevada en agosto.
En cambio, Vox, con su propio “escándalo Revuelta” en Talavera, ha decidido demostrar que la moral patria también puede tener su lado… revuelto. Su manual parece incluir una cláusula inédita: “haz lo que quieras, pero dilo fuerte y con bandera”.
La otra cara de la región tiene menos épica, pero más humanidad: hospitales saturados por la gripe, médicos desbordados o agredidos y un programa para que ningún mayor cene solo esta Navidad.
Mientras algunos pelean por un titular, otros se conforman con un poco de compañía y una sonrisa sincera. Hasta los niños de Olías del Rey lo han entendido mejor que muchos diputados.
Quizás la verdadera “resistencia navideña” no esté en Sánchez, ni en Feijóo, ni en los monólogos de Vox, sino en la gente normal, esa que sigue intentando no perder la fe entre discursos vacíos, promesas recicladas y comportamientos egoístas de todo ámbito. Lo mismo habría que declararlos patrimonio nacional, antes de que también se cansen. Aunque cansados, muchos de ellos, están ya.
Si (
No(
