Hace justo un año, el agua se desbordó en Letur y Mira. No fue una lluvia cualquiera, fue una herida abierta en el corazón de Castilla-La Mancha. Los vecinos lo perdieron todo: casas, cosechas, caminos y vidas. Pero también demostraron lo que de verdad somos como pueblo: solidarios, fuertes, capaces de levantarnos una y otra vez. Hoy, cuando se cumple un año de aquella DANA que arrasó a personas y esperanzas, toca mirar atrás… y ver quién estuvo al lado de la gente y quién, simplemente, se mojó lo justo para salir en la foto.
Porque mientras en Castilla-La Mancha se arremangaron administraciones, servicios de emergencia, voluntarios, vecinos, al otro lado del límite autonómico, en la Comunidad Valenciana, la gestión dejó mucho que desear. Aún colea la polémica del Ventorro, los vacíos de Carlos Mazón y las imágenes de Pedro Sánchez bajo un paraguas. Allí, las ayudas tardaron, la burocracia ahogó el esfuerzo ciudadano y el recuerdo de la catástrofe se convirtió en excusa política. Aquí, en cambio, se respondió con rapidez, con humanidad y con recursos. Sin hacer ruido. No todo fue perfecto, pero nadie se quedó solo. Y eso, en tiempos donde las palabras sobran y los hechos escasean, es lo que marca la diferencia.
Y mientras unos trabajan para reconstruir y tender la mano, otros —esos que tiran de discursos fáciles y cuentan con bolsillos rápidos— se dedican a mover dinero en lugar de mover montañas. Ahí está VOX, con David Moreno al frente, que ahora tiene que devolver 34.000 euros que enviaron corriendo a su dirección nacional. Para eso sí tuvieron prisa. Recuerden también que este mismo individuo es el que manda de facto en el ayuntamiento talaverano donde se manejan 85 millones de euros este año y ya uno tiende a pensar en qué se gastan los dineros.
Qué ironía: cuando el agua lo arrasaba todo en Letur y Mira, estos personajes miraban para otro lado. Eso sí, cuando se trata de mandar dinero a Madrid, entonces no hay atasco, no hay tormenta, no hay excusa.
La DANA nos dejó una lección que algunos todavía no han aprendido: la política no es un trampolín, es un servicio. Y cuando el agua se lleva las casas, la dignidad se demuestra con botas en el barro, no con transferencias urgentes a las sedes de partido. Que cada cual saque sus conclusiones, pero aquí, en Castilla-La Mancha, ya sabemos quién se moja y quién solo juega a chapotear en el charco del oportunismo.