A la vuelta de las vacaciones, cuando experimentamos ese bajón emocional, a veces surge una ansiedad molesta y la inevitable pregunta ¿podríamos volver al pueblo? En el año 1966 se estrenaba en la gran pantalla “La ciudad no es para mí”, cuyo protagonista era el magnífico Paco Martínez Soria. Esta película entrañable, fue una interpretación de la obra teatral escrita por Fernando Lázaro Carreter.
El autor se refirió a esta comedia como un pecado venial. En mi opinión fue una obra maestra, en la que mostró la encrucijada social en la que se encontraba en ese momento el país. Por una parte, la nueva España urbana: oportunidades laborales, diversión y cultura. Por otra parte, la vieja España rural: campo, valores familiares y arraigo.
Ambas realidades españolas se enfrentaban en combate a vida muerte, aunque de esto no éramos conscientes. La juventud era obligada a elegir bando en este conflicto, donde no cabía posibilidad de objetar conciencia. En los años 70, ganaba por goleada la ciudad, aunque algunas voces hippies, hoy perroflautas, comenzaron a vaticinar los inconvenientes del estilo de vida urbano, y se gestó la contracorriente del Neorruralismo.
APUNTES SOBRE DEMOGRAFÍA ESPAÑOLA
La demografía es el estudio de la distribución y evolución de las poblaciones. Es una especie de termómetro social, que nos indica cómo están las cosas en un determinado lugar. Los antiguos monarcas, sabían el valor de la demografía y no repoblaban por afición. Lo hacían con un objetivo muy concreto, articular el territorio.
En la península ibérica siempre ha habido terrenos muy difíciles de habitar, bien por ser malsanos o baldíos, bien por estar en frontera de guerra permanente. Sin embargo, ha sido una constante histórica de los gobernantes, el tratar de fijar población en estos parajes. ¿Cómo lo conseguían? Haciendo donaciones de tierras, facilitando el uso de pastos, con exenciones de impuestos, construyendo parroquias, etc. ¿Qué pretendían? La cohesión territorial, es decir, integrar a todas las poblaciones (las que tenían más y las que tenían menos) en un proyecto político o propósito común.
Surgieron las estadísticas y los censos, porque había mucho interés por los pueblos, por saber qué cosas valiosas tenían, qué cultivaban, de qué se enfermaban. Posiblemente la más famosa descripción, utilizada a día de hoy como importante fuente histórica, fue la llevada a cabo en las Relaciones Topográficas de España, por encargo de Felipe II (1.575). Consistía en un cuestionario de preguntas que debían ser contestadas por los vecinos de cada pueblo.
Las cosas funcionaban así hasta el siglo XX, cuando nos olvidamos de preguntar a la demografía, eclipsada por su prima la economía, y a la gente de los pueblos. Se fueron produciendo profundas desigualdades sociales entre los distintos territorios de un mismo país. La mayoría de bienes y servicios sociales, se concentraron en las ciudades, donde se necesitaban muchos obreros.
El sector primario (agricultura, ganadería) se abandonó a su suerte. El resultado, un país donde el 90% del territorio está prácticamente sin ocupar, conocido como la España vaciada, con serios problemas de envejecimiento, mientras que en el 10% restante del territorio, los jóvenes no tienen derecho a una vivienda digna, y existen problemas de contaminación.
LOS ORIGENES DEL NEORRURALISMO: LAS IDEAS DE LOS HIPPIES
El Neorruralismo es un movimiento contracorriente o contracultural, iniciado en la década de los 60 en Europa occidental, donde una minoría de la población comenzó a emigrar de las áreas urbanas hacia las zonas rurales. Este fenómeno social surgió bajo las ideas del movimiento hippie de E.E.U.U. y el Mayo francés del 68, donde los jóvenes se rebelaron contra la precariedad de las condiciones de vida, fundamentalmente en las áreas urbanas y barriadas de reciente creación, fruto de la inmigración masiva de sus padres a las grandes ciudades.
Los ideales que perseguían estos jóvenes tenían que ver con una vuelta a la vida sencilla, a los valores de la comunidad y al contacto con la naturaleza. El problema era que este retorno no se acompañaba de un proyecto productivo serio, por lo que la supervivencia económica resultaba utópica. No obstante, estos grupos hippies parece que proyectaron una idea al resto de la sociedad: cuando las condiciones en la ciudad empeoran, mejor volver al pueblo.
LOS NEORRURALES
En España, el sociólogo Luis Camarero, sitúa la expansión de este movimiento en los años 80, y advierte que el perfil neorrural no se limita sólo a gente joven y okupas, sino que se dan situaciones de retorno al pueblo, tras la jubilación o la pérdida de empleo.
Crisis sociales recientes, como la producida por la burbuja inmobiliaria en 2009, o la pandemia COVID-19, nos han demostrado que cuando en la ciudad aumenta la presión social, parte de la población retorna al ámbito rural. Esto no es sencillo, los neorrurales llevan una vida dura. Según Marcelo Sanchez Oro, profesor de Sociología de la Universidad de Extremadura, existe una primera etapa de entusiasmo, y después se produce el desencanto. Problemas económicos y soledad, son obstáculos con los que tienen que lidiar a menudo.
Las dificultades en el acceso a la educación y a la sanidad, son otros inconvenientes que pesan a la hora de elegir como lugar de residencia un pueblo, especialmente a las familias con hijos. Pero es cierto que, aunque con cuentagotas, algunas plataformas como “yo me vuelvo al pueblo” o “yo repueblo”, suponen una herramienta interesante que puede facilitar el camino a los que toman esta decisión.
EL FUTURO DE LOS PUEBLOS EN ESPAÑA
Aunque existe un creciente interés por el mundo rural, esto no es suficiente para evitar la despoblación de gran parte de nuestro territorio. Los estereotipos negativos del gañán con palillo en la boca o la cotilla de medias opacas, con los que nos bombardean series de televisión como El Pueblo, se van superando por imágenes de una población rural más saludable y sabia.
Ha aumentado el turismo rural, especialmente después de la pandemia, y quizás encontremos algunos casos de personas que alargan el fin de semana gracias al teletrabajo, pero esto no significa que estén realmente repoblando los pueblos, puesto que no tienen un proyecto productivo asociado a ese lugar.
Desconocemos lo que sucederá en el futuro. Mucha gente quiere retornar al pueblo de su infancia o de sus vacaciones familiares, por muchos motivos (arraigo, tranquilidad, vivienda, contacto con la naturaleza, sociabilidad), pero este sueño resulta una utopía hippie, debido al vacío de políticas que hagan posible que la gente pueda tener un trabajo y un salario digno en el mundo rural. Estamos en una fase de turismo, vacaciones y teletrabajo, pero no de residencia real.
La iniciativa de unos cuantos valientes, se vive con esperanza en los pequeños municipios, pero no basta para frenar la pérdida y el envejecimiento de la población rural española. Los incendios que han asolado el país este verano, han puesto de manifiesto esta realidad de una España vaciada, y de unas políticas demográficas sin sentido.
Para bien o para mal, junto con el cambio climático, el destino de nuestros pueblos será un factor social crucial, en las próximas décadas. No basta con tener infraestructuras 5G, hay que darle una vuelta al campo. Estaría bien volver a preguntar a los vecinos de los pueblos, como se acostumbraba en otros siglos, más difíciles, pero territorialmente, más sensatos.
Escrito por Ana María Castillo Pinero